La política de estado por excelencia es aquella concerniente a la Seguridad Nacional. Es la máxima responsabilidad del presidente de la República, como jefe del Estado mexicano y primer mandatario del Gobierno. Es la piedra angular que rige la relación entre gobernantes y gobernados.
La seguridad nacional debe garantizar la estabilidad de las instituciones de la república, la predictibilidad, la seguridad pública y la integridad territorial de la nación, para que los ciudadanos tengamos la tranquilidad, la confianza y el bienestar que esperamos de nuestros gobernantes. Pero, sobre todo, el Estado debe tutelar y garantizar nuestra libertad. La de todos. Y es en esta materia donde brilla por su ausencia e ineficacia el Gobierno del presidente López Obrador y sus más cercanos colaboradores.
Los pilares fundamentales de la Seguridad Nacional son:
La Secretaría de Gobernación, que atiende el desarrollo político del país y coadyuva en la conducción de las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con los otros poderes de la Unión y los demás niveles de Gobierno, para fomentar la convivencia armónica, la paz social, el desarrollo y el bienestar de los mexicanos en un estado de derecho.
Suena bien, ¿no?, pero en lo hechos la relación con el poder judicial es terrible, con el legislativo mala y puede empeorar. La convivencia armónica y la paz social están destrozadas a punta de discursos confrontativos y balazos. El desarrollo y el bienestar, sobre todo de los más vulnerables, van en sentido contrario a lo prometido por el Presidente.
La Secretaría de Seguridad es la encargada de evitar la comisión de delitos y faltas contra las personas y sus bienes. Lo anterior incluye comandar la Guardia Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia, colaborar con la Fiscalía General de la República y el Poder Judicial en los procesos de investigación y persecución de los delitos.
Aquí las cosas están más graves, el crimen organizado ha rebasado en todos los frentes posibles al Gobierno federal con el Presidente agradeciendo a los delincuentes (y a sus mamacitas) su buen comportamiento. La colaboración con el Poder Judicial está fracturada por el Ejecutivo federal. De Inteligencia, mejor ni hablamos. Peor imposible.
La Secretaría de Salud es la dependencia del Poder Ejecutivo que se encarga primordialmente de la prevención de enfermedades y promoción de la salud en la población.
La pandemia tenía que atenderse, sí o sí, pero sin dejar de atender, como sucedió, a millones de enfermos de cáncer, diabetes y otras enfermedades crónicas. Pero sobre todo, no se necesitaba destruir uno de los mejores sistemas de salud de América Latina. Imperdonable.
El Ejército y Marina son los garantes de la integridad territorial y de la paz, orgullo de todos los mexicanos por su sobriedad, lealtad y vocación de servicio.
Hoy, nuestras fuerzas armadas, además de todas sus obligaciones, están a cargo de enormes empresas constructoras, operación de aeropuertos, aduanas y un largo etcétera, lo que las convertirán en un agente económico sin precedentes. Hay casos de opacidad, por decir lo menos.
En México tiembla, hay huracanes, además de muchos otros fenómenos naturales, que son materia crítica de Seguridad Nacional. Miles y miles de mexicanos afectados por los recientes huracanes están indefensos y desesperados. Ante la desaparición del Fonden, organismo enfocado a la prevención y solución de desastres, así se quedarán, indefensos, en espera de la caridad de los programas “Bienestar”.
Presidente, por el bien de todos, primero la Seguridad Nacional.
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