A los 17 años, la hija adolescente de una familia de jornaleros agrícolas de Metlatónoc, municipio de Guerrero, fue casada en la tradición del pueblo tu’un savi con un joven de 21, de Cochoapa el Grande.
Hubo cuatro visitas de embajadores de la comunidad del novio. La familia de la novia los recibió para establecer un acuerdo por la unión matrimonial.
En este caso, la mamá de la niña no aceptó dinero, como es costumbre, solo pidió el pago del festejo que duró dos días a partir de la firma del acta de la comisaría de Yucunduta, el 17 de agosto de 2021.
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Un mes después, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan intervino para evitar que la adolescente fuera detenida en el ayuntamiento de Cochoapa, pues la familia del novio exigió la devolución de 160 mil pesos, tras la separación de la pareja.
En este ayuntamiento son frecuentes las detenciones de mujeres que se separan de sus parejas mientras su familia reúne el dinero que va a devolver.
En las comisarías municipales, incluso la policía del Sistema Regional de Seguridad y Justicia Comunitaria las arresta, asegura la defensora de Tlachinollan, Neil Arias Vitinio, quien documentó este y otros casos.
POR USOS Y COSTUMBRES
“Como es una costumbre, los hombres deben tener dinero para poder ir a pedir a otra mujer”, expresa Arias en entrevista sobre la devolución del monto monetario que piden al separarse. Defensores de los derechos de las mujeres tratan de evitar que haya devoluciones de dinero para reducir estas prácticas. Pero el temor a la brujería lleva a las familias a devolver la suma. “Hasta nos da miedo cuando nos dicen, ‘te van a hacer brujería a ti porque andas queriendo ayudar’”, admite Neil Arias sobre los usos y costumbres en Guerrero.
Activistas contra la violencia de género lamentan que en las regiones de La Montaña y la Costa Chica, el nacimiento de una niña es sinónimo de que su familia puede acordar un matrimonio forzado; el monto de la remuneración es mayor mientras más pequeña sea ella. Suele haber matrimonios de 12 años en adelante.
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Valeriana Nicolás Benito, coordinadora de la Casa de la Mujer Indígena Manos Unidas (Cami) con sede en Ometepec, dice que las madres normalmente no tienen el poder de intervenir en esta determinación.
Precisa que su labor es la sensibilización y la toma de conciencia, pues realiza talleres para comisarías, algunos en coordinación con las instituciones del estado.
Valeriana Nicolás reconoce que los esfuerzos para cambiar esta mentalidad desde la sociedad civil y, particularmente de las instituciones, han quedado cortos.
México prohÍbe el matrimonio infantil; los 32 estados establecen los 18 años como edad mínima para casarse; sin embargo, en Guerrero las uniones forzadas no pasan por el registro civil, sino que se realizan en las comunidades.
CITA
Cuando vas a las comunidades te das cuenta de muchas cosas. En este siglo las mujeres todavía no deciden por sí mismas, son los padres los que casan a niñas con personas mayores de edad, como algo común sin que nadie diga nada”
Valeriana Nicolás Benito
Coordinadora de Cami
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