El crimen organizado como una opción laboral, representará siempre una oportunidad a quienes les resulte familiar algún tipo de violencia, que va desde la practicada al interior de un hogar o hasta la generada a partir del 2006 con la llamada guerra contra el narco, asegura la investigadora Karina García.
La Doctora por la Universidad de Bristol pasó dos años, de -2014 y 2015- en un albergue al norte de país, conviviendo y entrevistado a 33 hombres quienes formaron parte del algún cártel o grupo criminal, ejerciendo funciones de sicarios y narcomenudistas, pero optaron por un proceso de rehabilitación y accedieron a contar sus historias de vida, desde la niñez hasta lo que ellos llaman su redención.
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Del encuentro entre la investigadora y los excriminales surgió “Morir es un alivio”, un libro que remarca en 12 testimonios que la línea que separa víctimas y victimarios no solo es delgada sino que se entrecruzan en distintas etapas de la vida de una persona.
Karina García para sustentar su tesis de doctorado en ciencia política, buscaba conocer cómo es que un individuo llega a considerar la violencia del narcotráfico como una forma de vida y una forma de trabajo.
“Quiero pensar, y espero que así lo entenderán los lectores de estas 12 historias, que para mí un comportamiento violento, no se genera de la noche a la mañana, eso es un mito y es algo que me gustaría desmentir de una vez por todas. No es que estos individuos sean unos monstruos, psicópatas , o que tengan personalidades sádicas desde su nacimiento, como los asesinos seriales en los setentas que fueron tan famosos, estos son casos aislados. Aquí estamos hablando de un problema sistémico y es justamente lo que este libro trata de resaltar.
“Estos hombres, ya en su etapa de jóvenes adultos, ellos dicen que no querían ser violentos, que no les gustaba, pero si tú creces rodeado de violencias, -así en plural-, como la intrafamiliar o el abandono completo del Estado y de la sociedad qué puedes esperar. Me gustaría que los lectores de Morir es un alivio pudieran ponerse en el lugar de alguno de las personas que entrevisté y se preguntaran ¿qué hubiera hecho yo en su lugar?
“Aquí es donde los factores sociales y socioeconómicos toman relevancia para responder esa pregunta, no es que esas personas nazcan siendo violentas o con este gusto o placer de la adrenalina por matar, aquí es donde señalo la importancia de considerar las circunstancias en las que estuvieron involucrados, y que se repiten en todas las historias de vida, independientemente de la edad o la entidad de origen de estos hombres”, apunta en entrevista con Quadratín México.
¿Por qué ingresar al narcotráfico puede ser considerado una opción laboral para un sector de mexicanos?
“En mí se planteó como una duda personal como ser humano y como mexicana. Me tocó ver el cambio de país, al igual que a muchos mexicanos después de la declaración de guerra contra el narcotráfico.
“En diciembre de 2006 me tocó ver un gran cambio, no solo en aumento de la violencia en abstracto sino lo que me impresionó fue el grado de sadismo y de crueldad con el que se tortura, se asesina y se desaparecen cuerpos a manos del crimen organizado.
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“Pero lo que más me impactó era como un ser humano puede llegar a hacer tanto daño a otra persona, entonces yo empecé esta investigación porque creo que desde la academia generalmente se aborda en estudios que no tienen tanta visibilidad, se han hecho diagnósticos desde áreas como la sicología social o la criminología pero que yo sepa en el contexto específico de la guerra contra el narcotráfico en México no encontraba respuestas específicas, es por esos es que me ánimo a hacer esta investigación”, destacó la doctora.
EAM