@guerrerochipres
Incluir valores contemporáneos de ciudadanía —género con justicia y, a toda costa, obra pública diversificada con gestión honesta, sustentabilidad, identidades sexuales, atención a las adicciones desde un punto de vista comprensivo— y hacerlo con honradez han permitido a la alcaldía Iztapalapa colocarse en el centro de la atención de lo que puede realizarse ante una de las poblaciones con mayores desigualdades de la capital nacional.
La reducción de 44% en la incidencia delictiva en tres años, a dos puntos porcentuales del 46% que es el promedio de la capital nacional en el mismo lapso, hablan de un valor esencial que preocupaba en 2018 y que ha sido considerablemente restablecido sin que pueda negarse que falta todavía por hacer.
En el segundo municipio más poblado del país, tan sólo después de Tijuana, Clara Brugada ha sido recipiendaria de críticas de los analistas, pero no de los pobladores beneficiarios de su presencia en el oriente de la ciudad. Ha sabido coordinarse con el Gobierno de Claudia Sheinbaum y con el del presidente Andrés Manuel López Obrador, y en particular con la Guardia Nacional.
Desde la izquierda, la alcaldesa Brugada se ha movido al centro no solamente de la agenda programática, sino de la atención de lo político. El 2024 será muy probablemente un año de disputa cívicamente enconada en donde competidores —y competidoras— habrán de mostrar logros concretos como credenciales.
Cada comunidad se apropia del espacio público para crecer. El Gobierno de la alcaldía más poblada de la capital de la nación ha salido literalmente a la calle y, con datos, se puede valorar la dimensión de lo que logra, con el mayor número de luminarias colocadas de su historia para un trienio, más de 149 mil, y pintado seis mil murales, entre otras acciones que generan percepción de esperanza y certeza.
La gestión mostrada en el Tercer Informe de labores de Brugada reubica a la demarcación fuera de la lista de los 15 municipios más violentos del país. Es un territorio marcado por una violencia heredada desde el imaginario social, pero donde se ha gestado una nueva cara.
Experiencias de rescate del espacio público y su resonancia con los ciudadanos en capitales de América Latina han tenido impacto positivo; la de Iztapalapa es una narrativa en tránsito de la que ya se pueden contar capítulos y cuya continuación para el nuevo trienio cuenta a una gobernante con experiencia.
La nueva fisonomía que hace este régimen contribuirá, sin duda, a reducir estigmas, reconocer modelos de Gobierno y pulcritud en la administración, en batalla constante contra la corrupción.
Intervenir el entorno con la inversión necesaria es justo y empatiza con las y los ciudadanos a quienes esta pregunta inquieta: ¿qué ocurría antes con los recursos?
Por responder con resultados, en alto contraste con el pasado reciente, Brugada se coloca al centro de la atención de la capital nacional.