No puede haber mes más glorioso para este Gobierno que septiembre, es cuando puede dar rienda suelta a lo que más disfruta: glorificar el pasado desde su muy peculiar punto de vista de la historia.

En este mes que está por acabar la 4T ha mostrado una vez más su hispanofobia a niveles del reclamo del presidente Andrés Manuel López Obrador a los españoles por traer a este territorio, que hoy conocemos como América y específicamente a esta tierra que hoy conocemos como México, la viruela.

Y se fue más allá, reclamó a España por traer esa enfermedad y no haber sido capaces en tres siglos de desarrollar una vacuna. De ese tamaño.

Tan solo ayer vimos al Presidente feliz, feliz, feliz contando su visión de los 200 años de la consumación de la independencia.

Hace menos de 15 días vimos muy entusiasta a este Gobierno pintar una raya y ponerse del lado de las dictaduras latinoamericanas.

Es verdad que las condiciones actuales del país mantienen una tregua tras momentos muy complicados en los meses anteriores, pero este debería ser un tiempo para tomar decisiones prácticas sobre el futuro del país y no para intentar reescribir la historia de la mano de dictadores impresentables.

El foco más rojo que hoy enfrenta el país es la inseguridad y la violencia en sus diferentes manifestaciones. Los no tecnócratas y no neoliberales de la 4T muestran sus “avances” con datos estadísticos que no alcanzan a ocultar la realidad de un país teñido de rojo.

Al menos en materia económica hay un rebote de las diferentes actividades productivas que no será suficiente en largo tiempo para compensar la caída, pero es un escenario menos sombrío que la crisis de hace un año.

La propia pandemia en México combina la extensión en la vacunación contra la Covid-19 con la desafortunada realidad de estar ya acostumbrados a escuchar que todos los días mueren más de 500 personas por la enfermedad sin que ya nos parezca importar.

Hay, pues, un espacio para entregarse al juego de la propaganda de la 4T. Sin embargo, lo que se deja de lado es una buena planeación del futuro de mediano y largo plazos.

No caen bien en el extranjero, en especial en Estados Unidos, esas malas compañías cubanas y venezolanas del Gobierno mexicano, pero caen peor muchas de las políticas energéticas y el poco compromiso con el cambio climático.

Hoy da la impresión de que el emproblemado Gobierno de Joe Biden agradece a la 4T que se mantenga como la policía migratoria estadounidense, tal como lo hizo con Donald Trump. Pero eso no significa que no llegará el momento en que La Casa Blanca le pida cuentas al Gobierno mexicano sobre muchas decisiones controvertidas y hasta ilegales en materia energética.

Hay pues, una construcción ideológica en marcha que busca reforzar entre la clientela de la 4T ese anacrónico discurso de los setenta del siglo pasado de un imperialismo opresor.

Ojalá que una vez que pase todo este éxtasis de las fiestas patrias se pueda encontrar un camino de realidad que vea más hacia adelante.

@campossuarez