En Rusia, 45 por ciento de la población pertenece a la Iglesia ortodoxa, religión que encuentra en sus templos una estructura característica de la arquitectura nacional: las cúpulas acebolladas, reconocidas, entre otras cosas, por coronar la Catedral de San Basilio, en la Plaza Roja.
En su utilidad, la forma característica de este tipo de cúpulas evita la acumulación de nieve y polvo en el techo de la estructura, lo que permite que los complejos diseños que la adornan puedan conservarse limpios.
Después de la filtración de los Pandora Papers -incluso desde antes-, la política en Rusia y las acciones de su presidente, Vladimir Putin, se han ido develando como las cebollas, capa por capa. La funcionalidad de estas estructuras no le sirvieron al Kremlin para que los escándalos resbalaran igual que la nieve.
La filtración de casi 12 millones de archivos que dejó al descubierto los paraísos fiscales de líderes mundiales, inversores multimillonarios, celebridades y atletas apunta a Putin, por su estrecha relación con algunos nombres de la lista, como Herman Gref, el jefe del banco estatal y Svetlana Krivonogikh, señalada por ser la mujer con quien el mandatario mantuvo una relación hace 20 años. Por cierto, cada medio que ha publicado sobre ese tema ha sido vetado por el Kremlin.
Ahora, su nombre vuelve a ser mencionado, pero por presunto enriquecimiento ilícito, pues en 2003, luego de dar a luz a una hija -cuyo segundo nombre es el patronímico “Vladimirovna”-, fue registrada como la beneficiaria de una empresa fantasma en Las Islas Vírgenes Británicas que después adquirió un apartamento de 4.1 millones de dólares en Mónaco. La cebolla se sigue adelgazando.
FRASE
“Estamos ante un caso de acusaciones sin fundamento (…) Cuando haya publicaciones serias, haciendo referencia a cosas serias, las examinaremos con interés”
Dmitri Peskov
Portavoz de la presidencia rusa
LEG