Liberada este fin de semana tras ser secuestrada en 2017 por yihadistas, la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez se dio cita en el Vaticano y fue saludada por el argentino papa Francisco.
Su salud, cuatro pruebas de vida, y conocer el Corán, son el remanente de un cautiverio cuyas negociaciones concentraron los esfuerzos combinados de servicios de Inteligencia durante casi cinco años.
Gloria, originaria del departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, integraba la congregación suiza de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, con presencia en 17 países, cuando fue secuestrada, el 7 de febrero de 2017, en la República de Malí, en el África occidental, desde donde llevaba sus labores como misionera hacía ya seis años.
Los secuestros son comunes en Malí, país sumido en una grave crisis de seguridad desde 2012. Varias zonas de esa nación y sus alrededores se encuentran en manos de grupos yihadistas vinculados a la red Al-Qaeda.
La superiora de la orden, Carmen Isabel Valencia, dio cuenta a los medios sobre la “altísima calidad humana” de Narváez al momento de los hechos, cuando hombres armados se disponían a raptar a dos monjas más jóvenes, pero ella se entregó a los secuestradores en su lugar diciendo: “Yo soy la superiora, llévenme a mí”, y así lo hicieron.
LEG