Foto: Gabriela Esquivel José Téllez -cuyas manos dan forma desde hace años a este medio de transporte- explica que las trajineras se construyen con tablones de madera de oyamel, la cual al ser ligera es difícil que se hunda.  

En la antigua Tenochtitlán, los mexicas se desplazaban con chalupas entre los lagos para llegar a las chinampas (los sembradíos flotantes). Más de 500 años después, en la alcaldía Xochimilco se preserva este sistema de movilidad, ahora con fines turísticos, y se mantiene vivo el arte de construir trajineras.

En el barrio de la Asunción, José Téllez -cuyas manos dan forma desde hace años a este medio de transporte- explica que las trajineras se construyen con tablones de madera de oyamel, la cual al ser ligera es difícil que se hunda.

El carpintero detalla que sus herramientas de trabajo son un cepillo, con el cual lija los tablones, y una horma para abrir costuras, así como un taladro para perforar la madera y poner los clavos.

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“Trabajamos la trajinera por tablón. Por ejemplo, el plano (el piso de la embarcación) tiene 10 tablones; ésta tiene de grueso tres pulgadas, mientras que de ancho son 25 pulgadas. La trajinera armada completamente llega a pesar una tonelada”, abunda.

José agrega que lo primero que se construye son los brazos (costados), luego el plano y después se montan las cabeceras. Por último, en el piso se introduce una guía de fibras de coco, la cual sirve como sellador: “De la cáscara de coco se sacan las fibras y con éstas se teje una guía que se mete en el piso de la trajinera como sellador”.

Cada trajinera queda concluida en al menos dos semanas y su precio ronda los 35 mil pesos, sin contar los costos de la pintura, el toldo, las bancas y las sillas. Luego de tres años, las embarcaciones necesitan mantenimiento o cambio de piezas, aclara José.

El constructor recuerda que sus maestros fueron los carpinteros Ángel Roldán y Pedro del Monte, de quienes posteriormente se independizó para montar su propio taller.

Sin embargo, lamenta que la pandemia de Covid-19 fue un fuerte golpe para su negocio, pues al estar cerrados los embarcaderos de Xochimilco era escaso el trabajo, y su familia y él se vieron obligados a vender tortillas para subsistir.

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José destaca que ha construido trajineras especiales, como la utilizada para el evento de “La Llorona”, con motivo de las festividades por Día de Muertos, y otra para el Ejército: “Apenas hace unos 15 días entregué una de 12 metros de largo por tres de ancho, y es la que van a ocupar para el evento de ‘La Llorona’, y armé una pequeñita que se fue a Iztapalapa con los del Ejército”.

LEG