El Producto Interno Bruto (PIB) de China tuvo un crecimiento de 4.9% anual en el tercer trimestre del año (3T21), el ritmo más débil desde el tercer trimestre de 2020 y un crecimiento menor respecto al 7.9% del segundo trimestre del año en el segundo trimestre.
La segunda economía más grande del mundo se enfrenta a problemas de escasez de energía, cuellos de botella en el suministro, brotes esporádicos de coronavirus y los recientes problemas de deuda en el sector inmobiliario.
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La incertidumbre del sector inmobiliario por los problemas de deuda de la empresa inmobiliaria china Evergrande, detonados en septiembre,estimaron una reducción en inversión de activos fijos en los segmentos de nuevas construcciones o las ventas de viviendas.
Los mandatarios del país, hicieron mención a un entorno” complejo y duro” en niveles domésticos e internacional, acentuándose en este último sector. A pesar de que se confía en que la tendencia de la recuperación de su economía se mantenga, advierten que aún es “inestable y desigual”.
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Si bien el gasto de los consumidores se recuperó tras los rebrotes de la variante Delta de agosto, la producción industrial se desaceleró en septiembre debido a la escasez de energía por los problemas de suministro de carbón y su incremento en las cotizaciones de mercados internacionales, que se han traducido en políticas de racionamiento en algunas importantes zonas de producción.
Organismo internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el banco central de China estiman que la economía crecerá alrededor de 8% al cierre del año , superando las previsiones por el gobierno de más de 6%.