El sueño de salir de la órbita terrestre, llegar a la Luna, pisar su faz y volar por sus alrededores se cumplió durante la Guerra Fría. Si bien los sueños literarios de Verne o de H. G. Wells se materializaron hace 50 años, hoy surge un nuevo capítulo para esas historias (ya no tan) fantásticas.
Los viajes espaciales de corte meramente turístico (excluye a los que tienen como fin los avances científicos o la exploración de nuevos horizontes), como los que patrocinaron los multimillonarios Richard Branson y Jeff Bezos, son una realidad hoy en día. Sin embargo, bajo su velo se difumina el idealismo romántico y muestra su rostro un lucrativo negocio que genera tensiones geopolíticas; medioambientales y plutocráticas.
El turismo espacial está valuado en 855 millones de dólares, y se espera que el crecimiento del mercado sea exponencial. Súper ricos como Elon Musk (SpaceX), Branson (Virgin Galactic) y Bezos (Blue Origin) son los pioneros que ya disfrutan de las retribuciones monetarias del nobel negocio.
“Hay un interés económico en este sector, pero toda esta innovación también tiene una aplicación militar”, detalló Francisco Valderrey, especialista en geopolítica, “es así que sus empresas tienen el apoyo de grandes potencias”.
La intersección entre el turismo espacial y la geopolítica es muy vasta. Los países entienden los beneficios de apoyar una industria en crecimiento y el derrame tecnológico que esta clase de proyectos puede llevar a sus países.
En el plano internacional una misión de este tipo impulsaría de manera notable la imagen internacional de las naciones, afianzaría su liderazgo e incrementaría su Soft Power (término geopolítico que se define como el poder aspiracional de un país). “El poder que estas misiones traerán a los países es muy amplio”, agrega el académico, “por lo que la competencia y las tensiones indudablemente terminarán surgiendo”.
El turismo espacial además de ganancias económicas y políticas, engendra también un gran potencial contaminante.
Si bien no hay información precisa del impacto ecológico de estas naves, y los campos se encuentran divididos entre los ambientalistas y los escépticos, existen datos como el que divulgó el diario inglés Financial Times: una de estas naves podría emitir hasta trece veces más CO2 que un avión comercial que realiza un vuelo transatlántico.
Por otro lado, el especialista argumentó que el combustible que se utiliza para estos viajes no es tan contaminante como se piensa y tiene muy poco impacto en la capa de ozono.
Otra línea de tensión se encuentra al interior de la sociedad. Pues con su nada módico precio de 55 millones de dólares el viaje, se ha convertido en un lujo que solo pueden pagar las personas más ricas del planeta.
El turismo espacial no está orientado hacia el bienestar colectivo, es un lucrativo negocio para empresas, una lucha por el poder de las grandes potencias y una actividad lúdica para multimillonarios. El cuestionamiento es si esta actividad podría ser justificada, a pesar de sus consecuencias.
FRASE
“¿Por qué los países impulsan el turismo espacial?, porque es una industria en crecimiento y mejora su imagen, su marca internacional, por ejemplo”
Francisco Valderrey,
Especialista en Negocios Internacionales
De librero a viajero… espacial
David Becerril / FES Aragón
Jeffrey Preston Bezos nació el 12 de enero de 1964, es un empresario y magnate estadounidense, fundador y director ejecutivo del gigante Amazon.
Estudió Ciencias de la Computación e Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Princeton, de donde se graduó en 1986. Trabajó para una compañía de fibra óptica… y luego en Wall Street.
Su madre, Jacklyn, tenía 17 años cuando dio a luz de su padre biológico Theodore Jorgensen, de quien no supo hasta que era famoso, por lo que Jeffrey tomó el apellido de su padrastro, el cubano Miguel Bezos.
Realizó diversos trabajos relacionados con su formación, pero no fue hasta 1994 cuando decidió abrirse camino de manera independiente fundando en aquel momento una librería en línea llamada cadabra.com, cimientos de Amazon.
En 2015 se convirtió en el quinto hombre más rico del mundo, según Forbes, en 2017 llegó al primer puesto.
En 2019 anunció su divorcio de MacKenzie Bezos, con la que había estado casado desde 1992. La pareja tiene cuatro hijos, una fue adoptada en China.
El 2 de febrero de 2021 Bezos anunció que dejaría el cargo como director ejecutivo de Amazon, entonces dejó de ser la persona más rica del mundo. Jeffrey aprovechó su tiempo libre y en julio pasado viajó al espacio junto a su hermano a bordo de su propio vehículo, el Blue Origin New Shepard.
El esfuerzo sí paga
Por: David Becerril
Sir Richard Charles Nicholas Branson nació el 18 de julio de 1950 en el sur de Londres. Hijo de Edward James Branson y Eve Branson, es un multimillonario empresario inglés; conocido por su marca Virgin, con más de 360 empresas que forman Virgin Group.
Mejor conocido como Richard Branson es la 286 persona más rica del mundo y la 12 más rica del Reino Unido, de acuerdo con Forbes.
Richard Branson en su niñez sufrió dislexia, por lo que obtuvo resultados académicos muy bajos en la escuela, sin embargo, a sus 15 años ya había fundado dos empresas, que luego fracasaron. Sin desanimarse, un año después dejó los estudios y se trasladó a Londres, donde comenzó su primer negocio exitoso, la revista Student y con 17 años fundó su primera organización caritativa, el Student Advisory Centre.
Siguió los pasos de su padre, Ted, ejerciendo la carrera de abogado, hasta que inició su primera empresa después de viajar por el Canal de la Mancha y comprar discos piratas que vendía en Londres. A través de su marca, Virgin, vendía los discos a un precio menor que los llamados high street outlets. En 1971, Branson fue detenido y acusado por la operación de Virgin. Llegó a un acuerdo para pagar impuestos y multas. Su madre rehipotecó su casa para ayudarle. Su historia, que comienza con una humilde tienda de discos, es hoy inspiración para quienes desean construir un imperio.
LEG