El Maratón de Sables, en Marruecos, es una de las carrera con factores extremos en donde los participantes hacen un recorrido de seis etapas de 250 kilómetros en el desierto del Sahara y los riesgos de muerte son latentes.
Entre tantas historias de este Maratón hay una en especial que se ha contado por años, en donde un atleta sobrevivió nueve días en este desierto alimentándose de lo que podía encontrar como sangre de murciélago e incluso bebiendo su propia orina.
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En 1994, el atleta italiano Mauro Prosperi participó en el Maratón de Sables preparándose desde tiempo atrás y realizando rutinas que le permitieran soportar la competición.
Aunque trabajaba de policía a caballo en Sicilia, su sueño era ir a unos Juegos Olímpicos y competir en el pentatlón moderno; sin embargo, por motivos políticos y personales no lo logró. Sin embargo, su otro sueño de competir en la competencia de Marruecos sí lo pudo cumplir.
En los primero días de competencia todo era maravilloso, pero al cuarto día, todo se complicó. Era la etapa más larga y difícil de la carrera. Mauro Prosperi entró en una zona de dunas de arena y estaba solo, sus competidores que marcaba el ritmo se habían adelantado.
Se pierde en el desierto
Tras una tormenta de arena, el competidor se sentía agotado por luchar contra el pesado viento, por lo que decidió descansar sin haber completado la etapa.
Prosperi despertó y no sabía dónde estaba. Pasaban las horas y solo veía las dunas a su alrededor. Ya no tenía agua y sus esperanzas se reducían, por lo que decidió orinar dentro del envase para tener reservas.
Tras dos días sin alimentación, encontró tres huevos que recogió y se los comió. Asimismo, visualizó una colonia de murciélagos; a varios les cotó la cabeza, les removió su interior y luego se bebió su sangre.
Durante el tiempo que vagó por el desierto, avistó dos avionetas pero ninguna pudo verlo. Tras esto, se deprimió e intentó suicidarse.
“Me deprimí. Estaba convencido de que iba a morir y de que sería una muerte larga y agonizante, así que quería acelerarlo”, relató a la BBC, mientras relataba que en aquel momento le escribió una carta a su esposa y se cortaba las venas.
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Sin embargo, sobrevivió debido a que su sangre espeso por la falta de agua. Con ello, recuperó la confianza y comenzó a buscar comida como ratones y serpientes. Además, encontró unos cactus y suculentas a las cuales les extrajo su jugo y se los bebió.
Casi al final de su agonía, una pequeña niña pastora lo encontró y lo llevó a su comunidad donde le ofrecieron alimento y algo de leche. Posteriormente, fue llevado a la policía y pudo relatar su experiencia, no sin antes ser amenazado por unos hombres armados que creyeron que era un espía.
La experiencia de Marco Prosperi le dejó muchas enseñanzas y aunque muchos pensaban que dejaría de estar el Maratón, tiempo después volvió a competir y por fin pudo concluirla.
EAM