México es un país con un Presidente con altas tasas de aprobación, pero que encabeza un Gobierno que está reprobado. Porque ya en el detalle de los resultados, pocos dan una calificación aprobatoria.

La pandemia y las cuestiones de salud dejaron de ser la principal preocupación de los ciudadanos para dar paso a los temas económicos y, como siempre, los de inseguridad.

Por lo que las maromas matutinas tienen como finalidad generar una sensación de éxito en las políticas económicas de la 4T, más la habitual lluvia de cifras estadísticas que juran que hoy estamos mejor que nunca en materia de combate a la inseguridad. Si la realidad nos echa en cara otra cosa, es problema de la realidad.

El mundo paralelo que se genera a primera hora en este país tiene muchos problemas, pero uno de los más urgentes y que puede volverse a convertir en una crisis en poco tiempo es el descuido evidente que hay con la pandemia y los temas de su prevención.

No solo sigue en su lugar Hugo López-Gatell, quien es garantía de pifias y malas decisiones, sino que el Gobierno del presidente López Obrador ya decretó la misión cumplida en su campaña de vacunación.

Europa está en plena cuarta ola de infecciones de la Covid-19 con niveles de contagio no vistos en toda la pandemia. Estados Unidos tiene un repunte drástico de casos y todos sabemos ya que ese coronavirus viaja mucho más rápido que las decisiones políticas que se han asumido en el planeta.

Mientras muchos países desarrollados y de nivel de desarrollo similar al nuestro ya asumieron la responsabilidad de vacunar a los niños a partir de los cinco años, aquí prevalece la visión de López-Gatell que eso es un desvío de vacunas útiles para los adultos. Hoy solo se piensa en vacunar, algún día, a los mayores de 15 años.

Y mientras el mundo ya tomó la decisión de aplicar una tercera dosis de refuerzo, aquí ni una sola palabra, a pesar de tener 36 millones de vacunas esperando en los congeladores.

Austria, Alemania, Rusia, los países bajos y muchos más decretan el confinamiento obligatorio mientras aquí llenamos el Zócalo.

Muchas naciones de desarrollo mucho menor al de México tienen clara la obligación del cubrebocas y aquí, bueno, aquí tenemos a Layda Sansores.

México es el país de los 290 mil muertos oficiales por Covid-19, pero es también el de los 450 mil aceptados por la Secretaría de Salud y los 630 mil fallecimientos calculados por el Inegi. Somos un país con una enorme lista de comorbilidades que nos hacen una población vulnerable ante un nuevo repunte en una pandemia que está muy lejos de quedar superada.

Pero somos también un país en el que ya no nos importa tanto la enfermedad como los efectos económicos, sobre todo porque durante la peor parte del confinamiento del año pasado no hubo autoridad que ayudara a la población.

Así que, a pesar de las advertencias que grita el mundo de un nuevo repunte en los casos, con sus fatales consecuencias, aquí estamos en otra cosa diferente a tomar en serio una cuarta ola de Covid-19 en México.

@campossuarez