No es un acuerdo para facilitar las obras de Gobierno, es un decreto presidencial que acerca más al país a un estado de excepción. Y no es solo un cambio de propuesta para la gubernatura del Banco de México, es jugar con la estabilidad de una de las instituciones fundamentales de la fortaleza financiera del país.
Tampoco se trata de una iniciativa de modificación constitucional para que bajen los precios de la luz, es una contrarreforma que afecta las inversiones privadas ya realizadas, que privilegia los combustibles contaminantes, que apunta al regreso de los monopolios, que trastoca también otras actividades como la petrolera y la minera y que, de paso, implicará que suban las tarifas de la luz que pagamos los mexicanos.
La muy efectiva comunicación del Presidente con su base de apoyo contrasta con el mensaje sin filtros que reciben los mercados y es ahí donde también se pueden leer las consecuencias de esta ruta más radical que ha emprendido la 4T durante la segunda mitad de esta administración.
Es absolutamente cierto que el contexto internacional apunta a presiones importantes por diferentes frentes. Hay costos elevados de los energéticos que en la combinación con diferentes cuellos de botella en la proveeduría y la logística industriales han implicado presiones inflacionarias extraordinarias y no tan temporales.
Este escenario de complicaciones financieras se agrava con la realidad de que el mundo sigue en pandemia y que ahora mismo Europa enfrenta una cuarta ola de contagios que ha superado en intensidad a la primera ola de principios del año pasado.
De este lado del mundo, Estados Unidos emprendió un agresivo programa fiscal de rescate de su gente para que las familias sobrevivieran los efectos del confinamiento de la pandemia. Esta inundación de dólares también tiene que ver con la velocidad que ahora quiere emprender la Reserva Federal para regularizar su política monetaria con aumentos cada vez más cercanos en la tasa de interés.
Así que, es verdad, hay un ambiente global de más inflación y de apreciación del dólar. Pero hay claramente una depreciación más acelerada del peso con respecto a otras monedas emergentes que también acusan recibo de la fortaleza del billete verde de Estados Unidos.
Diríamos que, si ahora mismo las finanzas del mundo están prendidas con alfileres, ¿para qué se los quita la 4T con la lista de arrebatos irracionales y autoritarios que ha enderezado en las últimas semanas?
La relación del peso frente al dólar pasó de los 20.16, el 24 de octubre, a los 21.60 a los pocos minutos de ayer que el Presidente anunció a Victoria Rodríguez Ceja, como su candidata a gobernadora del Banco de México. Un 7% de pérdida para el peso en un mes.
Para comparar el impacto externo en esta depreciación del peso, hay que ver que el Índice dólar, que compara la divisa estadounidense con una canasta de monedas, se elevó del 24 de octubre al 24 de noviembre, en 3%.
Sí, el dólar hoy está más caro, pero quitando a Turquía que está en ruta de crisis, el peso mexicano fue la moneda más golpeada de las emergentes por esos factores internos que ya pesan y mucho.
@campossuarez