Edgard Francisco Parrales Castillo es un sacerdote diocesano y defensor de la Teología de la Liberación nicaragüense, nacido un 16 de noviembre de 1942, que también fue guerrillero, diplomático sandinista, y hoy preso del régimen de Daniel Ortega.
Asistió al colegio La Salle, en Managua, luego se trasladó al Seminario Nacional, donde inició su vida religiosa. Realizó sus estudios superiores en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se graduó de Filosofía y Cultura del Hombre, y luego en Teología.
En 1979 se unió a la Revolución Nicaragüense, conflicto armado que logró el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle y la dinastía de la familia Somoza, que había gobernado el país durante décadas. Junto al Frente Sandinista de Liberación Nacional, participó como viceministro subdirector general del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social hasta 1980, después fue ministro de Bienestar Social hasta 1982, año en el que se convirtió en el Embajador Representante Permanente de Nicaragua ante la OEA durante cuatro años.
Parrales ejerció el sacerdocio hasta 1983 cuando el Papa Juan Pablo II lo separó debido a que defendió la Teología de Liberación, y ocupó cargos políticos en el gobierno sandinista en los años 80. Otros presbíteros castigados fueron los hermanos Fernando y Ernesto Cardenal, y Miguel d’ Escoto. El 4 de agosto de 2014, el papa Francisco levantó esa suspensión.
Actualmente a sus 79 años, trabajaba como profesor de leyes en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) y representante en la Cámara de Arbitraje en Managua, pero el 22 de noviembre pasado, apenas seis días después de su cumpleaños, fue detenido por el régimen de su hoy enemigo Daniel Ortega, engolosinado en el poder tras recientes elecciones presidenciales con fuertes condenas internacionales por irregularidades.
Parrales es el preso político de Ortega de mayor edad, de entre los más de 40 recientemente detenidos, algunos de ellos por haber sido también aspirantes a competirle la Presidencia en noviembre pasado.
Por declarar a la prensa, al católico se le acusa de incitación a la violencia.
LEG