Manuel Acuña fue un escritor y estudiante de medicina, procedente de Saltillo, que a los 24 años, con una exitosa pero muy corta carrera en las letras, se quitó la vida. La leyenda detrás de sus motivaciones está sustentada con un romántico y oscuro poema.
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Antes de hablar del trágico suceso, habrá que poner algunos antecedentes en la mesa. Acuña decía estar enamorado de su musa, Rosario de la Peña y Llerena.
Rosario de la Peña y Llerena fue la Musa de México a mediados del siglo XIX. Su belleza e intelecto la convirtieron en la musa de todos los poetas. Manuel Acuña le dedicó "Nocturno", una de las poesías más conocidas de la lengua castellana. pic.twitter.com/KZF1Nc5dGJ
— Fideicomiso Centro Histórico de Ciudad de México (@Centro_CDMX) March 29, 2021
“Fue una joven bellísima que unía a su hermosura talento y finura y que sin haber sido ella misma escritora o poetisa, estuvo rodeada por intelectuales y regalada con poemas” narra la columnista Victoria Luisa de Terrazas en El Siglo de Torreón.
Acuña ha sido nombrado “el último gran poeta del romanticismo” y en sus letras mezclaba el materialismo de la medicina como elemento central para crear poesía.
A pesar de sus románticas letras y el gran amor que se dice que le tuvo a Rosario, en realidad mientras la pretendió mantenía relaciones con dos mujeres más,incluso tuvo un hijo con una, lo cual llegó a los oídos de Rosario.
Se presume que fue Guillermo Prieto, quien evidenció a Manuel con su musa, quien lo encaró e incluso le solicitó que no la llamara más “santa prometida”.
Fue al mediodía de un 6 de diciembre cuando el escritor y gran amigo de Acuña, Juan de Dios Peza acudió a la habitación número 13 de los dormitorios estudiantiles de la Escuela Nacional de Medicina para toparse con un cadáver.
Utilizando cianuro de potasio, Manuel se arrancó la vida, dejando seis cartas, entre ellas, una a su madre, una a Peza y una para el doctor Manuel Domíguez, a quien le solicitó que su cuerpo no fuera mutilado en la necropsia.
Aunque en su momento, fue el reclamo de Rosario el motivo que se encontró para el sucicidio, comenzando con el escritor Ignacio Manuel Altamirano con su famosa frase “¿Qué has hecho, Rosario?”, fue la propia acusada quien negó el hecho, además de que muchos de sus compañeros reconocían la actitud melancólica del escritor.
Entre los escritos del autor se encontró una nota donde deslindo a su musa de la culpa. “Lo menos sería entrar en detalle sobre la causa de mi muerte, pero no creo que le importe a ninguno; basta con saber que yo mismo soy el culpable”, sentenció.
Acuña dejo 96 obras: 80 poemas amorosos, patrióticos, humorísticos, descriptivos y de circunstancias; una obra de teatro; tres artículos y 12 cartas.
Su muerte fue un duro golpe a la nación y su último poema, “Nocturno” ha rondado por fragmentos en la memoria colectiva por el gran sentimiento que alberga. Aquí un fragmento.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
¡Adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,mi juventud, adiós!
GR