A la mitad del camino el discurso es el mismo, a la mitad del camino los datos no cambian, a la mitad del camino los mismos argumentos. 

El pasado 1 de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió:

Haber logrado un récord en empleos formales de 20 millones de personas; pero no dijo que hay retrocesos en materia de calidad del empleo y que la población subocupada; es decir –aquella que trabaja, pero tiene necesidad y disponibilidad de trabajar más horas de las que su ocupación actual les permite– se mantiene en niveles superiores a los observados antes de la crisis por el coronavirus.

Dijo que la pandemia por Covid-19 no generó crisis de consumo gracias a las remesas, pero no dijo que ese dinero no es un logro del Gobierno, sino de los mexicanos que no han encontrado oportunidades en su país y que tienen que enviar recursos a sus familiares que tampoco viven en las mejores condiciones.

Enfatizó que aún con la gravedad del problema de inseguridad, “no hemos caído en la tentación de combatir la violencia con violencia”. Pero su política de abrazos no balazos, ha registrado en lo que va del sexenio, 100 mil 344 muertes violentas. Cifra superior a la registrada en los primeros tres años de las administraciones anteriores.

Aseguró que ya se eliminó la condonación de impuestos a grandes contribuyentes, a las grandes empresas que se beneficiaron del influyentismo. Aquí también se le olvidó mencionar que le perdonó el pago de 7.9 millones de pesos a su amigo Epigmenio Ibarra y más de 6 mil millones de pesos a su otro amigo, Ricardo Salinas Pliego.

Afirmó que los asistentes al Zócalo capitalino el pasado 1 de diciembre, llegaron por su propio pie y por convicción. Se le olvidó que cientos de camiones llenaron los alrededores del Zócalo y esto porque llevaban a sus seguidores, igual que en los anteriores sexenios.

Enfatizó que su Gobierno respeta la Constitución, pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha declarado inconstitucionales diversas leyes aprobadas por sus legisladores de Morena y hace un par de semanas, emitió un “decretazo” que le permite acelerar sus obras, pasando por alto las leyes.

Resaltó que su administración protege la naturaleza, pero con su decreto, no se podrán conocer los dictámenes de impacto ambiental y la afectación al medio ambiente que están generando la construcción del Tren Maya y del Tren Interoceánico.

A la mitad del camino continúan las culpas al pasado, los datos a medias y las descalificaciones a los adversarios. Y faltan tres años.

Y en Pregunta Sin Ofensa:

Por “seguridad nacional”, la Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló que el Gobierno de México no informe sobre la cantidad exacta de vacunas contra Covid-19 que han llegado al país, los lotes de cada farmacéutica, el detalle de dónde se han aplicado y el número de dosis que no se han aplicado. ¿No que muy transparentes? 

 

@aguilarkarina