@guerrerochipres
Pocas acciones demuestran el compromiso de un Gobierno como la seguridad pública y, en especial, la manera en que concibe y promueve el trabajo de su Policía. Inmerecidamente, los cuerpos policiales ocupan un lugar menor en la escala del servicio público y en el reconocimiento social en la mayor parte de entidades y en los gobiernos estatales.
En contraste, la Ciudad de México ha consolidado un modelo de seguridad fincado en sus policías. En evolución y resultados, la Policía capitalina da certeza de operación, coordinación y liderazgo.
De acuerdo al tamaño de la tarea a realizar, tres años en el trayecto de un Gobierno puede ser un lapso corto para resolver un problema. En seguridad el reclamo ciudadano es justificadamente constante e implica que la autoridad debe garantizarla cada día en todo el país y, por supuesto, en la sede de los poderes federales.
La estrategia de seguridad en la capital nacional, que la coloca con una disminución superior al 40% en la incidencia de delitos de alto impacto entre 2019 y 2021, se fundamenta, entre otros, en dos elementos centrales: la Policía y la denuncia ciudadana.
Pensar en una ciudad segura y libre de violencia es imposible sin mejorar sustancialmente los cuerpos policiales y sin impulsar la cultura de la denuncia.
En 2019, entonces en su primer año de Gobierno en la CDMX, Claudia Sheinbaum dijo: “queremos tener la mejor Policía del país”. Dos años después puede decir: “somos la mejor Policía de nuestro país”.
Entre el querer y el ser hay todo un conjunto de políticas públicas encaminadas a construir una corporación comprometida con la ciudadanía, dispuesta a enfrentar a la delincuencia con la convicción que demanda el servicio público.
Dignificación y capacitación son elementos fundamentales en ese proceso acelerado desde la llegada de Omar García Harfuch a la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
De 2020 a la fecha, más de tres mil 200 nuevos elementos han egresado de la Universidad de la Policía, el aumento salarial a los agentes se mantiene en el 9% anual, hay capacitación constante y, sobre todo, estrategias enfocadas a combatir a la delincuencia con inteligencia.
Hay, además, un sistema de reconocimientos y promoción que se definen por capacidad y pruebas, y no por amiguismos del mando, en el que el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México participa mes con mes.
A la policía, a su coordinación con la Policía de Investigación (PDI) encabezada por Francisco Almazán Barocio, al esfuerzo interno y de coordinación compartido con la titular de la fIscalía General de Justicia, Ernestina Godoy, se debe la detención de 102 generadores de violencia en la CDMX.
Construir un modelo virtuoso para los ciudadanos implica obligaciones puntuales hacia el futuro demandante de consolidación, extensión y profundización de esta estrategia de seguridad basado en políticas públicas de carácter social. No hay casualidades.