El ilustre pintor realista, cubista y muralista, Diego Rivera, llevó una vida plagada de color, arte, talento fama, política , infidelidades y por supuesto, polémica, y es que a Rivera le encantaba estar en boca de la opinión publica. A 135 años de su nacimiento, hablemos del canibalismo del pintor.
Entre 1913 y 1917, Diego Rivera desarrolló su estilo en el cubismo, que desplegó en obras como 'El joven de la estilográfica' (1914), 'Maternidad Angelina y el niño Diego' (1916) o 'Ferrocarril sobre Montaparnasse' (1917)… pic.twitter.com/KrF89wADdR
— CulturaUNAM (@CulturaUNAM) December 8, 2021
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En 1963, Rivera expuso su autobiografía publicando “Mi arte, mi vida”, y justo en su publicación saldría a relucir su relación con la carne humana y que las mujeres siempre fueron la debilidad del famoso.
El capítulo se llamó “Un experimentado caníbal”, y narra el inicio de esta práctica en su vida, después de haber leído un informe francés donde se explicaba que a los gatos que se alimentaba con carne de su especie la salud les aumentaba y además los hacía crecer.
Rivera se encontraba investigando la anatomía humana en la Facultad de Medicina en aquellos momentos y encontró la ventana para adentrarse en este estudio.Indudablemente Rivera no necesitaba crecer pues media 1.85 y pesaba , incluso lo llamaba “El elefante” pero junto a sus colegas decidieron ver qué sucedía si hacen esta práctica en otras especies y al tener éxito decidieron ponerlo a prueba en humanos.
El relato explica que utilizaron los restos que llegaban a la morgue para comenzar a ingerir carne humana.
Los cadáveres eran de personas que morían de formas violentas por lo que las muertes por vejez o enfermedad se descartaron del menú.
En su texto, Rivera relata que durante 2 meses, practicó el canibalismo junto a sus compañeros y ahí descubrió que prefería restos de mujeres especialmente piernas, pechos y cerebro.
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“Lo que más me gustaba eran los sesos de mujer a la vinagreta”, escribió.
Rivera dijo que la sociedad tenía prejuicios sobre esta práctica y que en el futuro, con una mayor comprensión, esta se podría llevar a cabo.
El apartado del libro es el único registro y “confesión” de Diego sobre esta práctica y muchas veces se ha puesto en duda su veracidad por su gusto por generar polémicas. Sin embargo la historia no deja de ser tétrica y digna de recordarse en el cumpleaños del artista.
GR