@guerrerochipres
Hace más de 50 años las imágenes de los niños de Biafra representaron el daño de la guerra civil y la ausencia de gestión internacional para intervenir a tiempo en favor de los infantes; eran parte del retrato fracasado de la política como medio para evitar disputas en esa región del mundo.
Las fotografías icónicas hoy encuentran un símil en la migración; miles de personas en busca de garantías básicas de sobrevivencia. De Biafra a Siria, Afganistán, Guatemala, Honduras… Los desplazamientos de comunidades o grupos que buscan alejarse de la marginación estructural y la ausencia de oportunidades en sus países, preocupan por igual. Hombres y mujeres en busca de empleo o menores de edad que migran solos para encontrarse con sus familiares en otro país.
Con altos niveles de vulnerabilidad, los migrantes están a merced de diversos riesgos en su camino. Víctimas de grupos de traficantes a los que pagan entre ocho mil y 13 mil dólares para ser llevados a Estados Unidos; sometidos a traslados inseguros que desatan tragedias como la de hace unos días en Chiapas; en peligro permanente de ser captados por redes de trata de personas y ante la posibilidad de encontrar a su paso manifestaciones de racismo y discriminación.
Este domingo, la caravana procedente de Centroamérica —integrada en su mayoría por personas de Honduras o Guatemala— llegó a la Ciudad de México y acampa ya en la Casa del Peregrino, luego de que no aceptaran hacerlo en un albergue habilitado en Santa Martha Acatitla.
La atención desplegada e instruida por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, tiene dos ejes: la hospitalidad y el respeto a los derechos humanos, encaminados a garantizar seguridad y atención alimentaria, médica o de otro tipo a las casi 400 personas —entre ellas al menos 75 niñas y niños— en su tránsito hacia el norte.
Ese camino representa retos para los gobiernos estatales que se incrementan a medida que aumenta la sensación de desamparo, el cansancio y la tentación de tomar a las ciudades en referencia como sitio final de su destino.
Coordinación y diálogo entre autoridades de todos los niveles y con los representantes de la caravana serán esenciales. En la capital nacional, el secretario de Gobierno, Martí Batres, ya se coordina con la presidenta de la CDHCM, Nashieli Ramírez.
Respeto e interés por sus necesidades mitigan los riesgos, aunque no son la solución. La atención a las causas que desatan las migraciones es la mejor opción y debe hacerse desde sus países de origen.
Otro riesgo es que en la proyección aparente de lo políticamente correcto algunos actores políticos utilicen el tema para afectar a otros… O la posibilidad de que se supedite a los migrantes a los intereses particulares de sus propios líderes.