Foto: AFP La decoración navideña y celebraciones quedaron para el disfrute de los locales  

A dos pasos del ayuntamiento de Belén, Afram Chahine fuma un cigarro en la entrada de su tienda de cerámica. En dos años vendió por el equivalente a 22 dólares. “Antes de la pandemia, eso representaba el precio de mis tabacos todos los días. Sólo se salvaron las panaderías, farmacias y tiendas de comestibles”, lamenta.

Han pasado dos años desde el inicio de la pandemia y es el mismo tiempo que los hoteles de esta ciudad de Cisjordania, en Palestina, llevan sin ver recuperado el flujo de turistas al que estaban acostumbrados.

Al ser un destino de tan importante valor para cristianos, judíos, e incluso musulmanes, la economía de Belén depende al 80% del turismo extranjero, una de las actividades más castigadas por las restricciones sanitarias.

El 1 de noviembre y gracias al buen avance de las campañas de vacunación a nivel global, el Ejército de Israel, con control del acceso al territorio, permitió nuevamente la entrada de visitantes extranjeros inmunizados.

Menos de un mes más tarde, con el entusiasmo general por una reapertura que les permitiría tener la Navidad que se canceló para todos el año pasado, los betlemitas llenaron los anaqueles de sus negocios y decoraron las estancias de sus hoteles, pero la confirmación del primer caso de la variante Ómicron hizo que se cerraran nuevamente sus puertas.

Aunque la vigencia de este último cierre estaba prevista hasta el 13 de diciembre, hoy los dueños de negocios y administradores de los hoteles se mantienen atentos a la reapertura del único acceso a lazona, el Aeropuerto Internacional de Ben Gurión, en Tel Aviv, lo que les permitirá darle la bienvenida a los viajeros de Tierra Santa y reactivar su economía, algo necesario en una comunidad que creció su tasa de desempleo de 23 a 35% durante estos dos años.

 CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS

 

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