Las olas del mar transitan de la calma -cuando aún se puede pisar la arena-, a la angustia de no tocar fondo y sentirse a merced del mar, a pesar de la cercanía de la playa.
Por eso la pandemia del coronavirus se mide en olas, hay momentos en que una frágil normalidad brinda respiro y confianza a las poblaciones, y hay otros en que el miedo toma el control, ante un testarudo virus.
El 2021 nació esperanzado en la vacuna contra el Covid-19. Las campañas alrededor del mundo permitieron un paulatino regreso a las actividades y el ritmo de vida habitual. Sin embargo, va muriendo decepcionado con el descubrimiento y acelerada propagación de una nueva variante, Ómicron, al menos no tan letal como otras mutaciones.
Se ahoga el año bajo una cuarta ola de contagios, y todo lo que sucedió en el periodo fue salpicado por una pandemia que compite en resiliencia con la paciencia de la humanidad. Los problemas de siempre quedaron hilados por el recuento de más de cinco millones de muertes que el SARS-CoV-2, desde 2019, sigue sumando.
Entre los vaivenes de la marea pandémica: la COP26, comicios en Latinoamérica y Europa, y el 20 aniversario del 11/S. Organizaciones y movimientos impulsados por las generaciones más jóvenes (Fridays For Future, por ejemplo) nos hicieron recordar que actuar con la mira en el bienestar común, lejos de ser una opción, es hoy la única vía para asegurar en el mundo condiciones de vida dignas.
En Estados Unidos, una atropellada transición democrática, inédita, como muchas cosas en el año. La Unión Americana compartió con el Viejo Continente la crisis migratoria en sus fronteras. El Medio Oriente, siempre volátil, vio estallidos de nuevo en Tierra Santa, tanto en cielo israelí como palestino, y Afganistán se convirtió en paradigma de un supuesto “Estado fallido” que se derrumbó en las manos de Joe Biden.
Para latinoamérica las urnas fueron el punto de encuentro y de discordia, y la tendencia fue virar al lado opuesto del poder, porque si un gobierno quita más de lo que da, no sirve.
Se cierne la noche sobre el 2021, la luna eleva las olas de un mar picado. El 2022 emerge bañado en la esperanza de aguas más tranquilas.
LEG