Perro muerto en Klondike, del dramaturgo José Emilio Hernández Martín, es la historia de tres personas, como cualquiera de nosotros, que han decidido adentrarse en un agreste paisaje nevado para tener la oportunidad, por más mínima que sea, de cambiar sus vidas.
Es una obra que, sin quererlo, habla sobre el olvido, la repetición, el caribe, la nieve, el aburrimiento, la posibilidad, de todo aquello que no se hizo y, sobre todo, de lo que nos contamos para ocupar su lugar.
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Incluso, tendrá mayor significado para el público juvenil y adulto, en particular en estos tiempos pandémicos, donde las nociones de encierro y esperanza cobran una textura distinta.
Laura, Emiliano e Itzhel se encuentran encerrados en una cabaña por una tormenta de nieve.
Aguardan a que la tormenta amaine y puedan subir de nuevo la montaña con la ambición de hacerse millonarios, porque en Klondike hay oro: lo único que falta es tomarlo.
El director, Olinmenkin Sosa Nájera, logra que en hora y media los actores Emiliano Cassigoli, Itzhel Razo, Laura de la Maza, Fernando Olguín y Héctor Sandoval, nos lleven de la mano de manera extraordinaria -sin salir de la cabaña- por este relato con el que muchos podemos identificarnos de alguna u otra manera.
El equipo creativo también incluye a Juan Palomino en el diseño de escenografía, a Pablo Galán en el diseño de vestuario, Fernando Olguín está a cargo del diseño de iluminación, Joaquín Martínez Terrón y Emiliano López Reyes realizaron la composición musical y al frente de la producción está Ana Galán.
Perro muerto en Klondike brindará su última función hoy a las 20:30 horas en el Foro Shakespeare.
LEG