Foto: Twitter | La carta que José María Morelos y Pavón dejó a su hijo al morir
Foto: Twitter/ @MuseoPresidente El “Siervo de la patria”, se dedicó a luchar por condiciones de vida más justas.  

El 22 de diciembre de 1815 en San Cristóbal , Ecatepec  fue fusilado el lider  la segunda etapa de la Guerra de Independencia Mexicana José María Morelos y Pavón.

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El sacerdote, militar insurgente y patriota mexicano jamás le dio apellido a sus hijos, para no romper el celibato sacerdotal, pues no se casó pero vio por sus descendientes  Juan Nepomuceno Almonte, nacido en 1803, y Guadalupe Almonte, nacida en 1809.

Nepomuceno fue la sombra de su padre, incluso fue nombrado general de brigada con solo 10 años. El hijo vivió de cerca la lucha y por supuesto el fusilamiento de su padre, quien comenzó su travesía para tratar de poner a salvo al Congreso de Apatzingán huyendo a Tehuacán, Puebla.

Finalmente fue capturado el  5 de noviembre de 1815, dejando al movimiento independentista  muy debilitado.

Al ser apresado, Morelos se delcaró inocente de todos los cargos que se le imputaban, desde la herejía y la rebelión, hasta el asesinato, a pesar de esto fue retirado su titulo de “sacerdote” y condenado a pena de muerte.

En sus últimos momentos, pensó en su hijo, quien más tarde fue  acusado por Benito Juárez por traición a la patria, y le dejó una carta:

Tepecuacuilco, noviembre 13 de 1815.

Mi querido hijo Juan:

Tal vez en los momentos que ésta escribo, muy distante estarás de mi muerte próxima. El día 5 de este mes de los muertos he sido tomado prisionero por los gachupines y marcho para ser juzgado por el caribe de Calleja.

Morir es nada, cuando por la patria se muere, y yo he cumplido como debo con mi conciencia y como americano. Dios salve a mi patria, cuya esperanza va conmigo a la tumba.

Sálvate tú y espero serás de los que contribuyas con los que quedan aún a terminar la obra que el inmortal Hidalgo comenzó.

No me resta otra cosa que encargarte que no olvides que soy sacrificado por tan santa causa y que vengarás a los muertos.

El mismo Carranco te entregará, pues así me lo ofrece, lo que contiene el pequeño inventario, encargándote entregues la navaja y des un abrazo a mi buen amigo don Rafael Valdovinos.

Tú recibe mi bendición y perdona la infamia de Carranco.

Tu padre, José María Morelos

A las tres de la tarde de un 22 de diciembre de hace  206 años,  con las campanas de la iglesia de fondo Manuel de la Concha sacó de su celda al prisionero. Morelos camino hacia su fusilamiento, dió un abrazo de la Concha y recibió los disparos que le quitaron la vida.

El “Siervo de la patria”, se dedicó a luchar por condiciones de vida más justas, eliminar la represión española y liberar a México.

GR