¡Hola, gente querida! Primero, gracias por leer la columna. Deseo un gran año para ustedes, lleno de retos, metas, sueños, y mucho, pero mucho crecimiento.

Ahora, me voy a disculpar, porque esto sonará un poco contraproducente:

¿Por qué este ritual?

¿Por qué “feliz año” y no…”feliz mes”, ”feliz día” o “feliz hora”?

No me malinterpreten, soy de las primeras personas en amar esta época, donde todo cierra, todo comienza. Soy fiel creyente de los ciclos, de que todo tiene una razón de ser, y aunque a veces puedo aferrarme a las cosas, también he sabido soltar para buscar mejores oportunidades en cualquier sentido. Me gusta saberme acompañado en ese espíritu de estos días, de esperanza y compromiso con nuestros ideales, metas, darnos cuenta qué podemos cambiar para mejorar.

Pero (sí, aquí vamos, con ese temido “pero”) no me gusta la resaca.

Me explico: está excelente reflexionar sobre el fin de una etapa y el inicio de otra, mas luego nos hacemos “weyes” y perdemos el rumbo. Vuelta al trabajo, adiós motivación, hola estrés. Pasamos de celebrar a la familia a volver a aborrecerla. Tenemos las ganas para luchar por nosotros, pero de pronto perdemos la fe por fallar un día y caemos en la catástrofe.

Es importante recordar que el Año Nuevo es solo un pretexto para cambiar. No pasa nada si en las fiestas se sigue en un duelo para abrirse a otros caminos, cada persona tiene su tiempo, contrario a las palabras del calendario colgado en la pared. No pasa nada si no hay nada que modificar, no es manda hacer propósitos vacíos solo por formar parte de la manada. No pasa nada si existen más de 12 deseos o más metas. Tampoco hay problema si se voltea a ver la lista el 25 de enero y ya no queremos seguir con el propósito porque no nos llena, o porque realmente nos gusta seguir con “x” o “y” hábito.

La gente debería tener ese espíritu transformativo cada día. Además de pensar lo mejor del año, ¿por qué no también lo mejor de cada momento? O en lugar de pensar en algo tan inconmensurable como 365 días, ¿por qué no luchar por un mejor mañana? ¿Qué está en las manos de cada persona para vivir mejor todos los días? No hacen falta uvas, ni fuegos artificiales ni una copa de champán para celebrar todo lo bueno, ni para desear un próspero día nuevo.

Por otro lado, añorar algo demasiado puede cegar el presente, tan complejo como el pasado y el futuro, por más que busquemos glorificar o incendiar esos tiempos.

Entonces, este 2022, espero mucha motivación, o mucha desgana; muchos sueños, o mucho darse cuenta, porque al final no importa cuándo queramos cambiar de rumbo, de pareja, de casa, de trabajo… No hay tiempo como ahora para luchar por lo que nos llena. Siempre se puede comenzar de nuevo, no nada más en enero.

IG: @artedeldesarte

       @santiagoguerraz