Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

¿Por qué el mundo está ordenado de esta manera? ¿Por qué nuestro cuerpo está dispuesto así y no de otra forma? ¿Estaríamos aquí si un meteorito no hubiera acabado con los dinosaurios? ¿El Quijote pudo haber sido escrito por alguien que no fuera Cervantes? Es más, ¿tan sólo una página del Quijote podría formarse sin una consciencia detrás? Si diseñáramos una máquina que “escribiera” al azar frases usando todas las palabras del español, ¿nos encontraríamos nuevamente “en un lugar de la Macha, de cuyo nombre no quiero acordarme”? Salvador Díaz Mirón (1853-1928) pensaba que no. Ni siquiera el azar de las manos humanas podría recrearla: “Si compongo en caracteres de imprenta una página del Quijote; si luego desordeno los tipos y los voy arrojando al suelo, encontraré millones y millones de arreglos casuales; pero nunca, ¡nunca otra vez!, la causalidad podrá rehacer el trozo de Cervantes.” Así habla con sus compañeros de tertulia según Alfonso Reyes en La experiencia literaria (1942).

Díaz Mirón concluye su reflexión sobre un posible Quijote nacido del azar de esta forma: “Luego, Dios existe”. Si lo que ha sido no es fruto del azar, entonces, debe haber un orden, una determinación y necesidad detrás. Y qué más necesario y ordenado que un designio divino. Pero, ¿es necesario un autor detrás? Si lanzamos suficientes veces las palabras de una página del Quijote, la misma página podría formarse. Quizá no estemos ya aquí para verlo, pero pasaría. Sólo necesitaríamos paciencia. O no. Quizás al tercer intento se formaría la página esperada. ¿Entonces? Para quienes conocemos el Quijote veríamos tal evento azaroso como un evento afortunado, un milagro, quizá. ¿Por qué? Porque valoramos la obra. Lo impresionante no son sólo las palabras que la forman, sino la disposición de ellas y el sentido emanado de este orden. Pero, aunque ese orden nos asombre y conmueva, sería fruto del azar. Y así como se formó, así también puede destruirse y transformarse en algo más. Si el sentido de las palabras es lo que valoramos, podríamos encontrar uno nuevo en las mismas palabras lanzadas al azar, aunque no fuera una reproducción de la obra de Cervantes. ¿Sería afortunado? Sí, sería una bella casualidad, una tirada afortunada, pero no una necesidad ni manifestación de un destino.

El mundo podría ser otro. Todo lo que ha pasado podría haber sido de otra manera si en otro lado del mundo se hubiera matado a una mosca. Si un evento tan pequeño como la muerte o vida de una mosca puede cambiar la historia, ¿cómo sostener que hay un gran diseño detrás?

¿Lo azaroso niega o confirma un plan divino? Un mismo evento puede presentarse como una mera casualidad, bella o no, pero casualidad al fin. En cambio, para Díaz Mirón, el orden del mundo prueba que hay algo más que incertidumbre. ¿Será Dios? Sea cual sea el nombre que tenga la Gran Causa, tendríamos que maravillarnos ante ella.

¿Qué piensan ustedes? ¿La ciencia contemporánea le daría la razón al poeta Díaz Mirón?

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana