Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
En la búsqueda de explicaciones a los acontecimientos de la vida cotidiana, es inevitable encontrar o enfrentar sesgos ideológicos, partidistas o simplemente opositores por naturaleza o animadversiones personales.
Es lo que comúnmente forma parte del quehacer de acentuar las diferencias y magnificar las situaciones de crisis en el proceso tendiente a justificar la propia intervención retórica, política o de simple antipatía adversarial.
Como todo tema público, la salud está sujeta a interpretación y, ahora evidenciado, también resulta de la sobrerreacción de actores, cuyos argumentos pueden buscar la promoción del miedo y la confusión.
Los aumentos en contagios por Covid-19, ante la presencia de la variante Ómicron, al politizarse y alejar del centro de atención la dimensión científico-sanitaria podrían eventualmente comportar un riesgo de polarización, la misma que, desde las mismas procedencias, se asume que es indeseable.
Amplias franjas de la población mantienen la certeza de que la inoculación y la experiencia adquirida son base para actuar sin acentuar el miedo. No obstante que la variante representa un rápido contagio, se ha magnificado el riesgo como parte del debate político que cuestiona de forma sistemática las medidas adoptadas.
México no enfrenta un momento de emergencia que motive un estado de prohibición, como ocurre en algunas naciones europeas o asiáticas. Por ejemplo, en la capital nacional, a diferencia de lo que pasó durante la segunda ola, cuando la proporción era de una persona hospitalizada por cada nueve positivas, ahora es de una por cada 81.
La actuación de otros países también muestra la curva de aprendizaje. Inglaterra, contrariamente a las medidas de los dos años previos, se opuso ahora al cierre de fronteras y suspensión de operación aérea, a fin de reducir el daño a la industria del turismo y el comercio en general.
Desde la ciencia, la estrategia ante la Covid y Ómicron es vacunar. Hasta ahora, y contrario a lo que algunos antivax argumentan, no hay mejor opción para impedir consecuencias graves en caso de resultar contagiado. Tan sólo en Estados Unidos —donde un 61% de la población está vacunada mientras que en México representa el 70%— se estima que la inoculación ayudó a evitar la muerte de 1.1 millón de personas.
En la Ciudad de México, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha llamado a la calma y, en caso de síntomas, aislarse y buscar seguimiento médico, que puede ser a través de Locatel. En la protección de las y los trabajadores, la postura está acompañada del llamado a la empatía y que las empresas no pidan pruebas para presentarse a trabajar.
El esperado regreso a la normalidad tomó un camino más largo, pero en ningún caso debe ser el miedo el motor de las decisiones. Los datos ya nos revelan que cuatro de cada cinco casos de contagio reciente son por la nueva variante, al mismo tiempo que todas las fuentes indican que representa menor mortalidad. Esos son los datos.