Tras 10 horas de secuestro, la liberación de los cuatro rehenes retenidos en una sinagoga de Texas, al sur de Estados Unidos, trae de vuelta la historia de amenaza y acecho que escribió Al Qaeda en el imaginario de los norteamericanos con los eventos del 11-S.
“Como familia, no aprobamos ninguna de sus acciones y nos gustaría disculparnos sinceramente y de todo corazón con todas las víctimas involucradas en el desafortunado incidente”, dijo en redes sociales un hombre que se identificó como hermano de Malik Faisal Akram, el británico de 44 años identificado como el responsable de los hechos de este fin de semana.
Akram irrumpió el sábado en una sinagoga de Colleyville, al norte de Dallas, secuestrando a cinco personas -una fue liberada ilesa en el transcurso de la tarde-, incluyendo al líder de la congregación. La razón: exigir la liberación de Aafia Siddiqui, una científica paquistaní condenada a 86 años de cárcel en EU por el intento de asesinato a oficiales estadounidenses y sus presuntos vínculos con Al Qaeda. La causa de Siddiqui es célebre en Pakistán y en los círculos yihadistas del sur de Asia.
Durante el ataque, el secuestrador aseguró estar armado y tener bombas en distintos lugares. Después de largas horas de negociación, un equipo SWAT irrumpió en la sinagoga, liberó a los rehenes y se confirmó la muerte de Akram.
Desde Filadelfia, el presidente Joe Biden prometió ante los medios “oponerse al antisemitismo y al aumento del extremismo en este país” después de calificar el episodio como un acto de terrorismo.
Ahora, la familia espera recuperar el cuerpo de Akram para su funeral en Reino Unido.
LEG