FAUSTO QUINTANA SOLÓRZANO

La sociedad global se enfrenta a un entramado de crisis que pone en riesgo la supervivencia de la especie humana, por decir lo menos, la viabilidad del modelo de desarrollo económico, político y social imperante. Dicho modelo mantiene expresiones civilizatorias destructoras de la biósfera y sus equilibrios bioquímicos. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad se han exacerbado de tal manera que hemos alcanzado límites planetarios, superando la capacidad de resiliencia de los ecosistemas. Tales crisis plantean, al menos, tres escenarios en los siguientes años: el catastrófico, el inercial y el de transformación social y ecológica.

En el primero, basándonos en las evidencias de las alteraciones del clima y la destrucción galopante de los recursos naturales, podremos aseverar que la sociedad global administrará de forma ineficaz el problema ecológico y sus incidencias transversales; que las expresiones de deterioro ecosistémico cobrarán mayor fuerza y los datos de extinción masiva de especies no tendrán parangón en la historia de la humanidad. Estudios como los de la NOAA, de EU; o del IPCC y el IPBES, de la ONU, cobrarán mayor interés que el recibido por los gobiernos nacionales y la iniciativa privada. El escenario catastrófico se caracterizará por un incremento ascendente de gases de efecto invernadero, un mayor dinamismo de la sexta extinción masiva de especies y, como incidencia directa, el incremento de la pobreza y la disminución de las opciones de vida en el planeta.

El segundo escenario, de carácter inercial, no representa ninguna modificación en los patrones de producción y consumo; en él, los procesos industriales y la generación de energía seguirán estando soportados por el petróleo, el gas y el carbón; la cultura de consumo y la práctica empresarial de la obsolescencia programada cobran mayor arraigo; los problemas socio-ambientales derivados del extractivismo minero, forestal, pesquero, etc., no sólo incrementará en número sino también su incidencia en otros fenómenos de deterioro ambientales y de salud humana. La divergencia de este escenario, en relación con el primero, es la existencia de un patrón de simulación en los programas multilaterales de lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, las acciones gubernamentales, la responsabilidad empresarial y la conducta ciudadana.

Por último, el escenario de la transformación social y ecológica plantea un cambio sustancial en las bases productivas y relacionales que nos han colocado en una lógica autodestructiva. Es necesario reconocer la complejidad de la crisis ambiental, las relaciones causales y de poder dentro de ésta, así como valorar los conocimientos colectivos en la construcción de alternativas y soluciones al cambio climático. La transformación social y ecológica debe realizarse a través de procesos de desarrollo sostenibles, incluyentes, equitativos e innovadores en las estrategias y acciones de cambio. La equidad e igualdad de género, la disminución de la pobreza, la transformación tecnológica para la productividad, la disminución de la desigualdad entre los pueblos y la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales son algunas de las tareas insoslayables para mejorar las condiciones de nuestro entorno para las generaciones futuras.

@Faustoquintana

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