La Iglesia católica pregona el amor hacia el prójimo, la paz entre los hombres, el perdón, la humildad… pero los fieles alemanes se cansaron de pretender que así lo aplica en sus prácticas diarias… específicamente en las laborales, muy importante si se toma en cuenta que también es una de las instituciones empleadoras más grandes de Alemania y Europa.
Un centenar de católicos alemanes homosexuales, algunos sacerdotes o que trabajan para las parroquias, denunciaron este lunes una política discriminatoria de la Iglesia e hicieron su “salida del closet” para no esconderse más.
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Se trata de 125 sacerdotes, profesores de teología empleados por la institución o de católicos practicantes que ayer revelaron su homosexualidad en la web “#OutInChurch”.
“Ni la orientación sexual o la identidad de género ni la participación en una relación o matrimonio no heterosexual deben ser un obstáculo para el empleo o un motivo de despido”, sentenciaron los fieles en un manifiesto público.
Todos reclaman un cambio en el código laboral “discriminatorio” de la Iglesia católica y la eliminación de la redacción “degradante y excluyente” de la normativa.
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Su objetivo es acabar con un “sistema de encubrimiento, doble moral y deshonestidad” que, según ellos, rodea la cuestión LGTB+ en la Iglesia. “Nadie debe ser desfavorecido a causa de su identidad sexual”, reaccionó el ministro de Justicia, Marco Buschmann, subrayando que la institución católica genera una gran cantidad de puestos de trabajo en el país.
Y es que las iglesias protestante y católica dan trabajo a cerca de 1.3 millones de personas, lo que las convierte en los dos segundos mayores empleadores por detrás de la función pública, según la página federal Arbeitsrechte.de.
“Soy gay y nadie lo sabe. Me gustaría que algo cambiara en las relaciones dentro de la Iglesia”, dice Frank Kribber, de 45 años, capellán de una prisión en Lingen y ordenado sacerdote en 2004, “somos muchos y la iglesia no quiere verlo”.
LEG