Foto: Cortesía / Nació el 11 de febrero de 2020 -será generación pandemia- y apenas un mes después nos “encerraron” por los contagios  

Patricio tiene tan solo dos años -24 meses, 576 horas o 3 mil 456 segundos- de vida y toda, toda ella, se la ha pasado confinado en su casa a causa del Covid-19.

Nació el 11 de febrero de 2020 -será generación pandemia– y apenas un mes después nos “encerraron” por los contagios.

Todas las ganas de verlo, gozarlo o apapacharlo se vieron frustradas para la familia. Imposible acercarse a él con lo que vivimos.

Desde su llegada al mundo, Pato ha tenido salidas esporádicas al pediatra o alguna compra, muy necesaria; aunque a finales del año pasado visitó un par de veces el parque, en horas poco comunes, para no encontrar mucha gente. Él no sabe lo que es convivir con otros niños.

Su primer “paseo”, varios meses después de su nacimiento, fue una vuelta en auto, donde el aire de la calle, que nunca había sentido, parecería que lo ahogaba.

La interacción con el mundo real ha sido a través de sus papás, sus abuelos y sus padrinos.

Durante estos dos años la relación con el resto de la familia se ha dado a través de las pantallas del teléfono o la computadora, la mayoría de las veces, por protección para él.

La primera vez que lo vimos en persona, casi 11 meses después de su nacimiento, fue muy huraño, no nos conocía, aunque ahora, parece que ya nos identifica gracias a la tecnología.

Pato, como millones de niños que nacieron en la pandemia, ha visto un cierto retraso en su desarrollo por el mismo encierro: caminó un poco más tarde, casi no habla, no es muy bueno con la coordinación, tiene cierto conflicto para relacionarse con las personas.

La celebración de su bautizo fue con un pequeñísimo grupo. Su cumpleaños número uno, pintaba para ser una gran celebración por ser el bebé de la familia, pero la pandemia nos obligó a festejarlo a distancia, por computadora, y con un pastel en cada una de las casas de sus tías abuelas.

Dentro de unos días, Patricio cumplirá dos años, la fiesta sonaba para ser, ahora sí, un gran pachangón, aunque todo indica que el Covid nos volverá a jugar una mala pasada.

Pero no importa, así, encerrado, sin muchas personas cerca, es el mejor bebé del planeta: cariñoso, sonriente, ocurrente y un verdadero desmadre.

LEG