Pancho Graue

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) validó hace unos días la pregunta que se hará a los ciudadanos mexicanos con derecho a voto en la Consulta Popular de Revocación de Mandato; ésta se llevará a cabo el 10 de abril de 2022.

La pregunta quedó de la siguiente forma:

¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”

Las opciones de respuesta son: A) Que se le revoque el mandato por pérdida de la confianza. B) Que siga en la Presidencia de la República.

Ni siquiera AMLO quedó satisfecho con la pregunta. ¿Es revocación de mandato o ratificación de mandato? ¿Son las dos? Y así la SCJN se mete de lleno en un tema que desde un principio no tiene ni pies ni cabeza.

Está claro que en los sistemas presidencialistas los ciudadanos están desprotegidos, sin la posibilidad de relevar a un mal Presidente y tenerlo que padecer todo el tiempo de su mandato. En el caso de México es, además, excesivamente largo, seis años. En este sentido la revocación de mandato es razonable.

Una vez más AMLO decidió convertir una propuesta política razonable en una campaña política personal -como tanto le gustan- y de pasada intentar doblegar una vez más al INE. Ese ha sido su verdadero objetivo de cara a la sucesión presidencial.

Pero ahora al Presidente se le están revirtiendo las cosas. El INE –Lorenzo Córdova– acudió a todas las instancias posibles, para que la consulta popular tuviera las condiciones jurídicas y operativas necesarias que fortalecieran la democracia funcional en México. Córdova acudió al Congreso y Morena lo rechazó tajantemente. Presentó evidencias de que, con el presupuesto aprobado por el Congreso, el INE estaba imposibilitado para hacer la consulta popular y la Secretaría de Hacienda hizo caso omiso a sus peticiones.

La SCJN -con una votación dividida- mandato al INE a hacer la consulta sí o sí, sin presupuesto adicional. O sea, háganle como puedan. Así será, como el INE pueda. Y como la ley disponga.

Para que la Consulta sea vinculante -o sea Ley- se requiere que al menos 40% de los ciudadanos registrados en el padrón electoral acudan a las urnas y para ganar se requiere de mayoría absoluta -la mitad de los votos más uno- es decir que AMLO necesita que al menos 18 millones 625 mil 811 ciudadanos voten por la segunda pregunta.

Por falta de visión de AMLO -de alguna forma hay que decirlo- el INE solo va a poder instalar un tercio de las casillas, dado el presupuesto con el que cuenta para la consulta. Si ya es muy difícil lograr una participación relevante en una consulta popular, en estas condiciones será imposible.

Al Presidente la consulta ya no le cuadra –ni a él ni a nadie sensato– pues al final ganando, perderá. Sus fieles -que los tiene- saldrán a votar, pero el truco está en la respuesta; si votan -como es predecible- a la segunda respuesta de la Consulta todo sigue igual y no pasa nada de nada. Lo que perderemos los mexicanos es la oportunidad de que los ciudadanos tengamos un elemento de control y freno a malos gobiernos. Lamentable.

El voto de castigo -la abstención- será el claro ganador pues será un voto de castigo al régimen y sobre todo a AMLO.

De pasada el Presidente afectará a Morena en las elecciones para gobernadores, donde ya se avizoran elecciones mucho más competidas de lo que el régimen presumía.

¿A quién culpará AMLO después de la consulta?, ¿Al INE?, ¿A las clases medias y su conservadurismo?

Hay que felicitar al INE por su perseverancia y a Lorenzo Córdova por su valor e inteligencia ante el autoritarismo.

@Pancho_Graue

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