Abrigos largos de cuero con minicapa étnica, trajes pantalón, vestidos de punto, ponchos y colores cálidos son las apuestas para un mundo andrógino de la colección otoño-invierno 2022 que la diseñadora uruguaya Gabriela Hearst presentó este martes en la Semana de la Moda de Nueva York.
La elegancia, sobriedad y tonos cálidos de la marca personal de la diseñadora de la casa francesa Chloé inundaron el frío galpón de una zona industrial de Brooklyn en una moda que estructura el cuerpo y que muchas prendas pueden ser llevadas tanto por mujeres como por hombres.
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“Es la nueva emergencia de lo andrógino”, explicó la diseñadora a la AFP, al término de la colección en medio de los “abrazos compartidos” que prodigaba a los numerosos amigos que la acompañaron una vez más en esta aventura que inició en 2015.
Designada en 2021 por el Financial Times como una de las 25 mujeres más influyentes, la uruguaya, defensora de la moda sostenible, diseña para una nueva realidad sin “etiquetas sexuales ni de género”.
Abrigos de cuero con forma de gabardina con los hombros fuertemente marcados bajo una especie de capa con forma de armadura en seda crepe de China bordada, vestidos de punto y ponchos tejidos en negro y blanco y multicolores con diseños gráficos atrevidos en cashemira reciclada, alpaca, seda y lana sostenible son algunas de las ofertas de esta moda con toques étnicos.
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La monotonía del tejido o el cuero liso se rompe con incrustaciones en otros colores u otras texturas en una oferta en la que abunda el negro, pero también hay una apuesta por colores como el amarillo, el naranja, el rojo, el rosa o el blanco. Y las tallas grandes.
– Moda sostenible –
En el armario de las clientas de Hearst, que vive entre París y Nueva York, abundan los trajes pantalón, con el blazer que se encaja en los hombros y a menudo de doble botonadura.
Los tintes son “100% naturales”, lo que crea un proceso sostenible con el medio ambiente, una preocupación de esta diseñadora que se labró su nombre en Nueva York preocupada por hacer ropa y complementos bellos pero respetuosos con el planeta.
Suele contar en las entrevistas que concede que el lanzamiento de su marca en 2015 se produjo días después de que heredó la estancia familiar de su padre en su Uruguay natal, y donde aprendió las costumbres sostenibles del mundo rural y que ha trasladado a su oferta en la moda.
Para fabricar sus tejidos recurre a comunidades como Madres&Artesanas de Bolivia y Manos del Uruguay y para sus diseños colabora con organizaciones como Groundswell, que utiliza el arte como un herramienta para promover el desarrollo de la juventud y su empoderamiento.
Y para compensar las emisiones de carbono que originan sus desfiles trabaja con Climeworks, que utiliza la tecnología para capturar directamente el dióxido de carbono del aire.
La consigna para sus clientas es: “No compres mucho, compra lo que necesitas, lo que quieras, lo que quieras legar”. Eso lo aprendió de su madre, cuya ropa, cosida por la modista de la familia, estaba destinada a durar toda la vida.
Eran otros tiempos.
klcg