Julio Patán

 

Le dedicó enero a defender a un sujeto acusado de acoso sexual, porque los panameños lo rechazaron. Para defenderlo aseguró que la canciller, una feminista fifí, de esas que seguro no cuidan a los abuelitos en casa, lo boicoteó a espaldas de su presidente. Consecuencia: crisis con un país con el que, hasta entonces, todo estaba en orden.

Acto seguido, lo del cateterismo. No llegamos al llanto, pero luego de que salió con atuendo beisbolero en plena convalecencia, se quejó amargamente de que lo siguen a todas partes; de que no tiene privacidad. Lo dijo la garnacha más pública de la historia; el hombre que se graba sembrando árboles, que recita poesía en cadena nacional y que aparece cantando con su esposa, de copiloto.

Luego se dejó venir Houston y bueno: empezó por llamar corrupto, entre otras lindezas, a Carlos Loret. Despuesito, amagó con romper relaciones con España, que acababa de darle el visto bueno a Quirino Ordaz como embajador. A continuación, lo de “parece que la señora tiene dinero”, un pronto que no le sirvió y que lo obligó a la escalada contra Loret, con la exhibición, ilegal o mentirosa, de sus ingresos. Como tampoco funcionó, dobló la apuesta y arremetió contra su mujer; enseguida, mandó una carta al INAI para que investigara al periodista y, para rematar, triplicó la apuesta: a la hora de escribir estas líneas, dice en su Mañanera, ese ejerciciazo de rendición de cuentas, que Loret gana X en el radio, como si fuera un pecado y como si todos los mexicanos tuviéramos que ganar menos que él, que no es que vaya de éxito en éxito y que dice eso desde un palacio.

Mientras, acusó también de corruptos a Ciro Murayama y a Lorenzo Córdova; aseguró que los medios extranjeros son parte de una conjura en su contra, y dijo que lo de la ivermectina, un escándalo internacional que solo olvidamos por las plausibles truculencias de su familia, era un montaje.

Fue así como llegamos al ecuador de febrero con el llanto en cadena nacional, ese “¡Aaaaay, mis hijos!”, no por las 600 mil muertes de Covid, la matazón del crimen organizado, los periodistas asesinados, los niños sin quimio y la catástrofe económica, sino por sus bodoques, o sea por él. Lo que significa: llegamos a donde teníamos que llegar. Y es que, antes, llevó pruebas falsas de un fraude al Zócalo, bloqueó pozos petroleros, cerró Reforma por otro fraude inexistente, habló de complós, mordió niñas, sacó detentes y le dijo a los narcos que “Fuchi, caca”.

Sí perciben que hay una constante, ¿verdad? Es normal que llore.

 

@juliopatan09