A dos meses de las elecciones presidenciales en Francia, los esfuerzos del mandatario Emmanuel Macron lo encaminan a una reelección. Además de ser una figura involucrada en las misiones diplomáticas de la desescalada en Ucrania, ahora se espera el anuncio de la retirada de las tropas francesas de Malí, con motivo de la cumbre en Bruselas en la que la Unión Europea y la Africana esperan estrechar relaciones.
Mientras Francia, al frente de la UE, hace una labor titánica para la recuperación de la paz entre Moscú y el bloque occidental, el país mantiene una intervención política y militar en la región del Sahel, al norte de África, que además de intentar establecer la paz, beneficia de los intereses de explotación de recursos mineros.
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Con ese anuncio, Macron pondría el punto final a la operación Barkhane, puesta en marcha desde hace nueve años en África Subsahariana para combatir la insurgencia y la presencia de grupos terroristas en la región. El plan a corto plazo era entregar el manejo de los territorios a las fuerzas locales, pero la inestabilidad social y la inseguridad reinante impuesta por grupos como el Estado Islámico y la lucha yihadista, no permiten a los gobiernos avanzar en materia de la paz.
Una retirada forzosa de Malí, donde 48 soldados franceses murieron (53 en el Sahel), llegaría en un contexto de tensión con la junta militar que tomó el poder tras dos golpes de Estado. Su dirigente y el de Burkina Faso -donde recientemente tuvo lugar otro golpe de Estado-, no participan en el encuentro, a diferencia de los mandatarios del resto del Sahel (Níger, Chad y Mauritania), así como los de Costa de Marfil, Ghana y Togo.
LEG