ADALBERTO SANTANA
El pasado 15 de febrero en Tegucigalpa, capital de Honduras, fue apresado por la Policía Nacional el expresidente Juan Orlando Hernández (JOH). En las imágenes que figuraron en la prensa internacional aparecía el exmandatario esposado de pies y manos. Con ello se retrataba la viva imagen de que su llamada “narcodictadura” llegaba a su fin.
Aun así, todavía se vieron algunas expresiones de apoyo con declaraciones y manifestaciones de algunos miembros del Partido Nacional de Honduras (PN) frente a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) donde se lleva a cabo el juicio contra JOH. Personajes como el diputado Reinaldo Sánchez han sostenido que es un tremendo golpe para su partido, la mayor fuerza política de la derecha hondureña.
La candidatura de Xiomara Castro en gran medida se apoyó en todo un discurso que caracterizaba el gobierno de JOH y del PN como una “narcodictadura”. Consigna que clarificó cuál era la característica del engranaje del poder en ese país centroamericano. El Partido Libertad y Refundación (LIBRE) y el Partido Salvador de Honduras (PSH), que postularon a Castro a la presidencia y ganaron la elección el 27 de noviembre de 2021, dieron el primer paso para desmantelar el poder que ostenta el narcotráfico en la nación. Una estructura que en los periodos de gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014) y Juan Orlando Hernández (2014-2018 y 2018-2022) afianzó mucho más al narcotráfico y al crimen organizado en la administración pública.
Las evidencias de la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York contra JOH hacen pensar que el narcopoder de los gobernantes y dirigentes del PN tienen los días contados.
Esto se postula cuando la embajada de EU dio a conocer la declaración del secretario de Estado en EU, Antony J. Blinken, al cancelar la visa de Porfirio Lobo, expresidente de Honduras. Situación semejante aconteció con la cancelación de la visa estadounidense de JOH. Ese poder del crimen organizado nos muestra que Fabio Lobo, hijo del otro expresidente de Honduras, Porfirio, también sufrió una condena de 24 años de cárcel en Nueva York en el año de 2017, precisamente por cooperar en el tráfico de 1.4 toneladas de cocaína en territorio estadounidense.
“Tony” Hernández, hermano de Juan Orlando, también fue condenado en 2019 a cadena perpetua por narcotráfico. Ahora, al exmandatario que dejó el poder hace unas semanas se le acusa de traficar más de 500 toneladas de esa droga a EU. De ahí que seguramente vendrán otras detenciones de narcopolíticos, de miembros de las fuerzas armadas y policiales que harán mucho más evidente el estrepitoso colapso de la “narcodictadura” en Honduras.
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