Creamos lo que creemos

Alex Rovira

¿Qué es lo que tenemos, específicamente, que aprender de nuestros errores? La pregunta podría parecer tonta y la respuesta obvia, pero como casi todo aquello que damos por sabido, hay mucho más detrás.

De la manera más general, creemos que de nuestros errores debemos aprender cómo hacer las cosas bien o, en un nivel más personal, qué acciones nos llevan a la felicidad y cuáles a la frustración. Incluso, en un grado más complejo, cercano ya a la develación del misterio, consideramos que nos permiten saber en qué estamos equivocados.

El paradigma positivo del error nos ha centrado culturalmente en la idea de que los errores nos dan lecciones de vida para ser mejores personas, lo cual involucra un grado de humildad que nos permita admitir nuestras equivocaciones, reconsiderar nuestras acciones y cambiar nuestra conducta.

Todo ello es cierto, pero ambiguo. La pregunta sigue sin ser respondida. En los términos tan vagos en que se describe generalmente la utilidad, e incluso la necesidad del error, podemos distorsionar la realidad, de tal forma que terminemos empeorando nuestra situación.

Pudiera ser que alguien nos sorprenda haciendo algo inapropiado, y que la lección que de ello saquemos sea el aprendizaje de cómo evadir la posibilidad de que nos descubran.

En este caso conocemos el error, queremos seguirlo cometiendo y encontramos la manera de hacerlo. El aprendizaje obtenido es sólo la justificación del error mismo.

Se trata, por ejemplo, de saber cómo evadir el alcoholímetro en lugar de dejar de manejar cuando se ha bebido. Un ejemplo muy simple, pero muy común.

Otro ejemplo de incomprensión de la verdadera naturaleza del error es una mala relación, de pareja o de amistad. Creemos que esta circunstancia nos indica que nos hemos equivocado al elegir a la persona o, en un grado de mayor honestidad, que no hemos sabido poner límites o que tenemos un problema de autoestima.

Y la pregunta sigue sin ser respondida: ¿qué es lo que tenemos, específicamente, que aprender de nuestros errores? Que nos hemos equivocado, ciertamente y en resumen, pero esto sigue sin llevarnos a la respuesta.

Preguntemos: ¿por qué nos hemos equivocado? Y la respuesta más obvia será, porque no supimos cómo. Y de ahí se despliega nuevamente toda la retahíla de respuestas vagas y, muchas, erróneas.

Así pues, la manera más fácil de llegar a la respuesta es entender la naturaleza del error yendo a su verdadero origen: una creencia falsa, generalmente sostenida por un rasgo distorsionado de carácter o incluso una patología.

El narcisista quiere lo que quiere y no le importa alcanzarlo cometiendo errores, de manera que siempre encontrará la manera de justificarlos. El psicópata ni siquiera los ve como errores, solo son medios para lograr un fin.

La víctima nunca los comete, pues los demás son culpables de sus acciones. El rescatador los convierte en aciertos, porque lo que hace siempre es por el bien del otro, y el perseguidor los ve como males necesarios en su afán de hacerle entender a los demás que están equivocados.

Todos tenemos algo de narcisistas, psicópatas, víctimas, rescatadores y perseguidores. Todos tenemos la falsa creencia de que estamos en lo correcto y los demás no, y de esta condición mental es que provienen todos los errores, porque esencialmente es mentira, y de una mentira nunca resulta un verdadero acierto. Quizá un aparente y frágil triunfo.

Podríamos denominar esta creencia como postura existencial de autodefensividad. Pocas personas viven con la conciencia de que se conducen en la vida dirigidas por un falso sistema de creencias que deben desmantelar, una a una, para ser verdaderamente libres.

Falsas creencias sobre el amor, la riqueza, la felicidad, la seguridad, lo importante y lo baladí, lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo.

Y por eso, como decía José Alfredo Jiménez, siempre caemos en los mismos errores.

@F_DeLasFuentes

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