Por: Ángel Álvaro Peña

La deserción de un soldado se sanciona con un juicio militar que en la mayoría de los países los lleva a la cárcel hasta la muerte. A los diputados que engañan a los electores, que burlan la preferencia del ciudadano, en lugar de tener algún tipo de castigo, los premian, por lo regular con una candidatura para un cargo de elección popular.

Pero los hay peores, porque ya electos, cuando ya el veredicto del sufragio está dado, los chapulines escogen una curul más cercana a los intereses personales que a los de la gente, el castigo debe existir, pero se ha llegado al extremo absurdo del aplauso y la caravana.

Todavía falta mucho por reformar a la ley electoral del país, cambios que han impedido más de un consejero electoral, para seguir gozando de los privilegios que la vieja legislación otorga a cada día menos personas. Esta es otra de las razones por las cuales a la deserción se le llama sutilmente chapulineo y a la traición, cambio de bandera.

En todas las actividades del ser humano el cambio de estafeta merece una sanción, hasta en el fútbol, si un jugador cambia de equipo cuesta dinero. Pero en la política cambiar de bando es premiado, como si fuera una gracia engañar y burlarse de la población que votó por la combinación de candidato y partido.

El panorama de la política nacional no parece vislumbrar un alto a esta práctica, tenemos a personajes que, al salir de Morena, se colocan del otro lado, con la obsesiva intención de desgastar al partido que los llevó a su curul, Lilly Téllez y Germán Martínez, son un ejemplo de pena ajena. Que toman la curul como escenario y desde el centro de los reflectores lucen su egocentrismo, divorciado del servicio público y de la sensibilidad política.

Hay otros como el yucateco José Luis Pech Várguez, quien renunció a Morena porque no le otorgó la candidatura a la gubernatura de Quintana Roo, y ahora competirá por Movimiento Ciudadano.

Los funcionarios públicos cuando dejan un cargo no lo hacen por servir mejor a la sociedad que paga su salario sino para mejorar su condición de agentes protagónicos y obtener los privilegios que como servidores públicos no tienen, tal es el caso del ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien luego de abandonar su puesto se convirtió en un acérrimo enemigo de la 4T, también puede nombrarse a Alfonso Romo, quien fue contratado para delinear puentes y contactos entre el Gobierno y el empresariado, relación que dañó en lugar de armonizar.

Para allá van otros personajes cuya mediocridad no les ha permitido sobresalir y ante la imposibilidad de ir más allá se refugian en el sabotaje contra quienes sí brillan con luz propia como sucede con la Presidenta de la LXVI Legislatura del estado de Veracruz, diputada por el Distrito V, Cecilia Guevara, quien intentó ser presidenta municipal de Poza Rica, y las preferencias electorales y sociales favorecieron a Fernando Remes por una gran diferencia; sin embargo, al ver truncado su proyecto se ha dedicado a descarrilar la administración municipal de esta importante ciudad, y así se monta en su calidad de líder del Congreso local para descalificar a los miembros del equipo del alcalde escogidos cuidadosamente por él.

La posición de Guevara está sustentada en el apoyo que en su momento tuvo del actual gobernador del Estado, pero que a éste le costó un gran desgaste hasta que la abandonó a su suerte; sin embargo, cuenta con el apoyo de Juan Javier Gómez Casarín, quien es la persona que la maneja, dado su desconocimiento legislativo y su nula vocación política.

Su capricho de ser presidenta municipal de Poza Rica se ve frustrado porque ni siquiera nació en el estado de Veracruz, ella es originaria de Chihuahua, y carece de educación superior, pero se dice empresaria hotelera, cuando en realidad no puede liderar ni el propio partido. Se trata de un personaje que seguramente engrosará las filas de los desertores, porque nadie le quita de la cabeza su deseo por convertirse en presidenta municipal de Poza Rica, y seguramente Morena ha sido lastimada continuamente por su conducta que no le dará la candidatura dentro de dos años y medio.

Cecilia Guevara llega a la vida política en 2015, durante el sexenio de Javier Duarte, llegó al Congreso local de Veracruz, como diputada suplente. Su actividad hotelera le permitió acercarse con los políticos para despegar a cargos públicos.

Mención aparte merece su asesor de cabecera y quien mueve los hilos de Cecilia Guevara, Juan Javier Gómez Cazarín, cuyo hermano Alejandro Gómez Cazarín, es líder del Congreso local de Campeche. Ambos mantienen una agenda muy peculiar que a veces nada tiene que ver con la política de beneficio popular.

Porque su conducta no sólo perjudica la imposición de personajes en el equipo de Fernando Remes, sino que daña la estrategia de gobierno de su partido y deteriora más aún la imagen del gobernador, que a su vez debilita la figura del propio Presidente de la República.

El gobernador de Veracruz todavía no sale de un conflicto para meterse en otro y su desgaste no sólo es permanente sino progresivo, porque se deja influir siempre por el secretario de Gobierno, Erick Cisneros quien pareciera querer desgastar a Cuitláhuac y al propio Jefe del Ejecutivo federal.

Apenas libra el gobernador la fama de tratar mal a las periodistas. En su momento exigió precisar cifras en una pregunta, cuando quien debe ser exacto y pulcro en la información es quien responde esa pregunta. Pero esa es la manera en que la desesperación por carecer de argumento se expresa públicamente y a veces mancha la imagen de quien quiere parecer tener siempre la razón.

El autoritarismo que demostró el gobernador con la Ley de Ultrajes a la autoridad, o Ley Franco, llamó la atención del entonces líder del senado, Ricardo Monreal, quien señaló al ejecutivo estatal como un represor, condición que todavía no libra del todo.

Ahora, con un Congreso local poco homogéneo, con diputados que cada uno jala su propia carreta y una lideresa obsesionada por ejercer un cargo por el que no fue electa, el gobernador pareciera que debe meter orden y cuidar más su imagen antes de que el deterioro sea tan grande que alcance al partido al que pertenece.

La gran mayoría que votó con una diferencia histórica, por Fernando Remes, muestra su inconformidad ante las agresiones y sabotajes de Cecilia Guevara, quien no disimula a la hora de tratar de debilitar al Gobierno municipal.

No se necesita ser adivino para saber que Cecilia Guevara se va a otro partido, donde puedan cumplir su fantasía de competir por la presidencia municipal, que seguramente perderá porque el historial que tiene ante la sociedad de Poza Rica está muy lejos de ser amistosa, más bien es de repudio.

PEGA Y CORRE.- Incalificable la riña, bien organizada, por la porra del equipo de fútbol de Querétaro, donde hubo muchos heridos, mucha sangre y algunos inmortales quienes a pesar de los fuertes golpes, la autoridad estatal dice que no murieron… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.