Foto: Arturo Romero / En la estación Pantitlán de la Línea 1, Jarumy se prepara para iniciar el viaje al otro lado de la Ciudad de México  

Cuando era pequeña, Jarumy Arreguín veía pasar el Metro y se imaginaba al frente del tren, esa máquina gigantesca, llevando a las personas a su destino; actualmente, con 14 años en el Sistema de Transporte Colectivo, transporta un promedio de hasta mil 500 pasajeros en cada viaje que realiza.

El camino no ha sido fácil, para llegar a la cabina tuvo que prepararse y estudiar mucho, desde electricidad hasta los modelos de los trenes y sus averías, para atender casi cualquier contingencia que pudiera surgir en su guardia.

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“La conducción siempre va a ser automática, pero debes ir pendiente de los obstáculos en las vías y de la integridad de los usuarios”, por ello es que sabe de primeros auxilios y está pendiente de las cámaras en los vagones, para entrar en acción en caso de ser necesario.

A diario, Jarumy calza sus botas dieléctricas (que protegen contra el riesgo de descargas eléctricas de alta tensión) y, aunque ya no siente los nervios de sus primeras veces al frente del tren, subir al gusano naranja le emociona como el primer día.

Con una sonrisa, recuerda que su familia está feliz y orgullosa de ver cómo cumplió su sueño de niña: “Me dicen que no solo los represento a ellos, sino a mi familia del STC”.

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Pero si algo la hace feliz, es el reconocimiento que involuntariamente le da su abuela al hablar de ella siempre como “su nieta que conduce el Metro”, relata con un brillo especial en los ojos.

En el imaginario colectivo, conducir trenes, incluidos los urbanos como el Metro, a veces se relaciona con una tarea para hombres, pero ella sabe que no hay tarea en este mundo que no pueda desempeñar también una mujer.

“Me encantaría que éste fuera un ejemplo de que se puede estar en un área pensada para hombres, que podemos estar al nivel de ellos, porque todos somos iguales”, dice decidida, mientras pasa las manos por el tablero de mando del tren, ese viejo amigo suyo, lista para iniciar otro viaje.

Llega el momento en que Jarumy debe accionar el tren y dirigirse a la otra punta de la ciudad, por lo que termina con su único y más sincero consejo para todas aquellas niñas que sueñan con el futuro: “Háganlo, arriésguense, aviéntense. Sí podemos y lo podemos demostrar”.

 

LEG