Así como el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que las marchas de hoy de miles de mujeres son para perjudicarlo, así como explica que la barbarie criminal en el estadio Corregidora de Querétaro son resabios de los gobiernos neoliberales, así quiere asumir un muy importante desequilibrio mundial en los precios del petróleo con recursos fiscales, porque él prometió que no habría gasolinazos.

En su populismo de campaña política hizo de la liberación del precio de las gasolinas una de sus más estridentes banderas electorales.

Y es que en México hasta los que no tienen coche se enojan con el aumento en las gasolinas, porque se ha jugado con un sentimiento de derecho divino a los combustibles baratos, porque el petróleo es “de todos los mexicanos”.

Y es una fijación con el petróleo, porque si nos damos cuenta, en estos días que han pasado desde la invasión de Rusia a Ucrania, el petróleo ha subido 35% en su precio, pero el precio del trigo ha subido en estos mismos 15 días el 50%. Pero a López Obrador le importan los gasolinazos, no los bolillazos.

Los viejos gobiernos priistas apaciguaban electores con los subsidios directos a las gasolinas, pero resulta que los gobiernos panistas, esos neoliberales y tecnócratas, son los que más recursos del presupuesto han utilizado para subsidiar las gasolinas, hasta 250 mil millones de pesos al año para que los que tienen un automóvil no se quejaran.

El que se atrevió con la reforma energética a poner fin a ese dispendio de recursos presupuestales fue Enrique Peña Nieto. Eso sí, su Gobierno operó la liberación de precios de una manera rupestre, torpe, y con ello le abrió la puerta de par en par a su principal opositor populista para que se lo acabara con aquello del gasolinazo.

Claro, el gasolinazo de Peña Nieto llevó el litro a $16.30 por litro de Magna y hoy está a $22 pesos. Pero ayuda a López Obrador que no tiene un opositor populista que le moleste todos los días con ese tema y también echa mano de sus habilidades para dominar la agenda informativa.

Pero, con todo y que podría llevar a buen puerto el discurso en las mañaneras sobre la situación mundial de los energéticos, por la guerra que todo el mundo conoce, prefiere echar mano de los impuestos que pagan hasta los que no tienen coche para quemarlo en los tanques de los transportes a gasolina.

Y del tamaño del discurso populista de la 4T es el título de la comunicación de su Secretaría de Hacienda: El Gobierno de México refrenda y fortalece su compromiso para que los precios de las gasolinas y el Diesel no aumenten más allá de la inflación, a través de la publicación de un estímulo complementario.

Así, para que no suene a subsidio directo, se descuenta la recaudación de otros gravámenes ahora que se acabó el margen de maniobra del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.

El tamaño del conflicto en el que está el mundo implica consecuencias como las subidas en los combustibles, pero si el Presidente dijo en campaña no a los gasolinazos, al costo que sea, ¡hágase!

 

@campossuarez