Mauricio Juárez
El presidente López Obrador repite que los asesinatos de periodistas no son crímenes de Estado. Tiene razón, nadie lo culpa a él o a su Gobierno de matar periodistas, pero sí de contribuir a exacerbar los ánimos y propiciar un campo fértil para la agresión.
Gobernadores, funcionarios federales, estatales, municipales y legisladores –pertenecientes al partido del Presidente, Morena–, replican los discursos de odio de las conferencias matutinas. El mejor ejemplo es el mandatario de Veracruz, Cuitláhuac García, quien no tiene límites cuando se trata de agredir –verbalmente– a los comunicadores.
Ayer fue asesinado el octavo periodista en lo que va del año. Armando Linares, director de Monitor Michoacán, fue ejecutado en su casa de Zitácuaro. Había denunciado amenazas en su contra. Nadie acudió a su auxilio.
Hay quienes desde el Gobierno o periodistas afines a López Obrador buscan justificar que no estaba inscrito en el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de los Derechos Humanos y Periodistas, como si eso le quitara el derecho a la vida o a ejercer su profesión.
Ese Mecanismo es ya un mero emblema. En su lugar, es urgente impulsar una política de Estado para proteger a los comunicadores en un país que es el segundo más peligroso del mundo para ejercer esa profesión.
¿Quién defiende a los periodistas? Nadie, porque desde el Gobierno se les ataca. Se dice que solo a los de la “élite”, y no a “los de a pie”. Casualmente son éstos quienes sufren más agresiones. Parece que hay permiso para atacar o matar periodistas.
El discurso presidencial de “cero impunidad”, lejos de dar certeza, genera incertidumbre. De los ocho asesinatos este año, ninguno se ha resuelto y poco se sabe de las investigaciones.
Justicia y protección es lo que demandan comunicadores de todo el país, pero no hay quien asuma esa responsabilidad. ¿Dónde está el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas? ¿Dónde está la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (des)ocupada en quién sabe qué cosas?
Estamos en un país en donde no hay diálogo, pero sí odio entre quienes detentan el poder y los opositores. No hay el más mínimo interés en tender puentes de comunicación. El Gobierno despreció el llamado del PAN y les cerró la puerta en las narices.
En Palacio Nacional se culpa de todos los males del país a los gobiernos anteriores, hasta de la violencia en el estadio La Corregidora.
¿En algún momento se darán cuenta que gobernar no solo significa construir un aeropuerto, una refinería y un tren?
Directo. La detención de Jaime Rodríguez, El Bronco, ¿es una maniobra para distraer la atención por los desaciertos de Samuel García?
Indirecto. Morena en las Cámaras de Diputados y Senadores permitirán a López Obrador y a los funcionarios de la autollamada 4T hacer propaganda sobre la revocación (más bien ratificación) de mandato del 10 de abril. Ni las leyes que ellos mismos redactan y aprueban respetan.
@maurijua