De baja estatura, complexión atlética y dado a la práctica diaria del ejercicio físico, Juan Orlando Hernández se definió como un “indio pelo parado” por su corte castrense de cabello. Es subteniente de infantería del Liceo Militar del Norte, y aún es reservista.
Luego se graduó de abogado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y cursó en Nueva York una maestría en Administración Pública (1994-1995). Se casó con la abogada Ana García, con quien tiene cuatro hijos.
En 1998 era diputado durante el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014), y ocupó la presidencia del Congreso. Un hijo del expresidente Lobo, Fabio, fue condenado en EU por narcotráfico, y sentenciado a 24 años de cárcel.
En 2014, ya como presidente hondureño, impulsó programas de compensación social como la “bolsa solidaria” de alimentos y programas de vivienda para las familias más pobres, pero sus detractores lo consideraron un mecanismo para comprar conciencias y votos.
La desgracia del exgobernante comenzó cuando su hermano, Juan Antonio “Tony” Hernández, fue capturado en noviembre de 2018 en el aeropuerto de Miami y condenado en marzo del 2021 a cadena perpetua como narcotraficante “a gran escala”.
Quien se presentara como un verdugo de los capos de las drogas en Honduras terminó en el mismo saco, pues esta semana un juez de Tegucigalpa concedió su extradición a Estados Unidos por cargos de narcotráfico. Ayer, Hernández calificó de “venganza” de los capos de la droga las acusaciones en su contra. “Venganza de quienes tenían al país de rodillas, de quienes tenían a Honduras sitiado”, dijo el exmandatario en un video que grabó la noche del miércoles y que fue transmitido este jueves por el canal de televisión local TN5.
Para cerrar el día, un juzgado hondureño declaró culpable por fraude y apropiación indebida de fondos públicos a Rosa Elena Bonilla, esposa del expresidente Porfirio Lobo (2010-2014), en la repetición de un juicio en el que ya había sido condenada a 58 años de cárcel.
LEG