Preservar la unidad de los países occidentales frente a Rusia desde la invasión a Ucrania, y sondear su postura frente a China: el presidente de Estados Joe Biden inicia una semana de intensa actividad diplomática que lo llevará el miércoles a Europa.
Biden comienza hablando el lunes, a las 9 de la mañana tiempo de centro de México, con el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz y los primeros ministros italiano Mario Draghi y británico Boris Johnson.
Esta convocatoria debería preparar una jornada de altísima intensidad diplomática el jueves, en Bruselas.
Biden, sus homólogos del Viejo Continente y otros jefes de Estado y de Gobierno de países aliados celebrarán una cumbre extraordinaria de la OTAN y una reunión del G7. También habrá una cumbre de la Unión Europea a la que está invitado el presidente estadounidense.
Refugiados
Desde Bruselas, Biden viajará el viernes y el sábado a Polonia, adonde llegan cientos de miles de refugiados ucranianos. Diez millones de personas en Ucrania, más de una cuarta parte de la población total, ya han huido de sus hogares, de los cuales 3,5 millones abandonaron el país.
Su agenda hasta el momento solo prevé una reunión con su homólogo polaco Andrzej Duda, lo que alimenta las especulaciones sobre otro compromiso del presidente estadounidense -la Casa Blanca ya ha indicado que se descarta una incursión en Ucrania.
El demócrata Biden hizo dos promesas de política exterior al inicio de su mandato: reparar las alianzas dañadas por su antecesor republicano Donald Trump y dedicarse más a la rivalidad con China.
Te podría interesar: Captan en video el momento en que se estrella un avión con 132 pasajeros en China
La guerra en Ucrania ha permitido hasta ahora que el anfitrión de la Casa Blanca marque la primera casilla: Occidente ha impuesto sanciones económicas sin precedentes a Rusia, mientras que algunos países han hecho cambios estratégicos dramáticos.
En cuanto al «pivote hacia Asia», Biden se ve obligado actualmente a girar hacia Europa. Pero la ofensiva del presidente ruso, Vladimir Putin, en Ucrania podría revelar ser un equilibrio de poder entre Washington y Pekín.
Estados Unidos alzó la voz la semana pasada al expresar públicamente su preocupación por el posible apoyo militar y económico de China a Rusia. Durante una videollamada el viernes, Biden ya amenazó a su homólogo chino, Xi Jinping, con represalias si toma medidas.
China
El presidente estadounidense apuesta a que la severidad de las sanciones contra Rusia haga reflexionar a China, la segunda potencia económica mundial, cuyos funcionarios, lejos de condenar la invasión de Ucrania, se niegan incluso a hablar de «guerra», prefiriendo evocar la «crisis» o la «situación».
Pero el cálculo de Biden solo puede funcionar si Estados Unidos y sus aliados muestran la misma firmeza hacia Pekín que la que comparten frente a Moscú.
Sin embargo, las apuestas económicas de una posible escalada con China son de una dimensión completamente diferente, en un contexto global ya volátil de precios de la energía y ciertos productos alimenticios al alza.
El presidente estadounidense y sus aliados también tendrán que decidir cómo mantener la presión sobre Moscú en el tiempo. Después de casi un mes de guerra, consultas y escalada de sanciones, ¿Qué amenazas pueden esgrimir todavía los occidentales ante el sangriento conflicto que continúa?
Te podría interesar: Zelenski denuncia el bombardeo de una escuela en Ucrania y dice estar dispuesto a hablar con Putin
Económicamente, ya se han disparado muchos cartuchos. A nivel militar, los estadounidenses se felicitan regularmente por haber «galvanizado» a la OTAN, pero las opciones son reducidas y más complejas.
Biden, por ejemplo, prometió ayudar a Kiev a adquirir sistemas de defensa antiaérea de largo alcance, los S-300 rusos. Pero este compromiso plantea difíciles cuestiones logísticas y estratégicas: ¿Dónde encontrar estos dispositivos? ¿Cómo entregarlos? ¿Cómo fortalecer las fuerzas ucranianas sin debilitar a otros países europeos?
Un incidente reciente que involucró precisamente a Polonia ilustró el límite establecido por el propio Estados Unidos: no hacer nada que provoque una confrontación militar directa con Rusia.
Varsovia se había ofrecido a confiar a los estadounidenses aviones de combate Mig-29, para que estos últimos los entregaran a Ucrania. Pero Washington rechazó, bastante secamente, la propuesta.
LEO