El Oscar es el premio máximo en cuanto al cine se refiere, y por lo tanto con el que todo aquel inmiscuido en el séptimo arte sueña siquiera aspirar a tenerlo.
Para los estadounidenses o cualquiera que pueda empezar a rodar una película en Estados Unidos, es más fácil el camino. Sin embargo, en otros lugares también se hace buen cine, por ello, la Academia creó el premio a Mejor Película Extranjera en 1957, en su ceremonia 29, aunque 9 años antes se entregó con calidad de “Premio honorífico”, pero parece que no todos tienen derecho siquiera a aspirar.
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Actualmente se han entregado casi 74 premios con esta etiqueta, y de ellos, predominan países europeos, pues parece casi una regla que los países de occidente se lleven la estatuilla.
En el tiempo antes mencionado, África solamente se ha hecho tres veces de la estatuilla, la primera vez fue con “Z”, de 1969, la cual fue dirigida por Konstantinos Gavras, un director europeo de origen griego con nacionalidad francesa, la segunda vez fue con “Noirs et Blancs en couleur” (Blanco y negro a color), dirigida por Jean Jacques Anaud, de origen francés, ambas películas fueron rodadas en esa lengua y con todo el apoyo de la industria del país que vio nacer al cine.
Pero fue hasta 2006 que “Tsotsi”, de Gavin Hood, de origen sudafricano, logró levantar el reconocimiento con un filme grabado en idiomas nativos del continente; Setsuana, Sesoto, Zulu y Afrikáans.
Por otro lado, en cuanto a las películas asiáticas, solo sobresalen las de Japón, Corea y países aledaños, mientras que el cine de Bollywood, de la India, que produce cerca de 2500 películas al año, se queda muy lejos de siquiera poder llegar a ser prospecto a la candidatura, pues nunca han ganado nada.
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Según la crítica de cine, Namrata Joshi, el principal bache para que las películas de las regiones antes mencionadas sean consideradas, es el idioma, pues sus hablantes nativos presentan también otras maneras de concebir al mundo y plasmarlo en sus obras, al contrario de lo que sucede con el alemán, francés, español, etcétera, que son lenguas internacionales, consecuencia de la historia de la humanidad.
Si bien, la Academia se ha inclinado por la pluralidad y darle más cabida a la multiculturalidad, no todo se logra de la noche a la mañana, pero el permitir jueces de culturas diferentes en sus filas, y la aceptación de las plataformas de streaming que algunas veces rescatan cine de otros países, permitirá seguir abriendo sus puertas y que el cine gane como arte, antes que como producto comercial.
LDAV