La pandemia de Covid-19 ha provocado un incremento de hasta cinco veces en los diferentes trastornos mentales, ante lo cual es urgente la implementación de políticas públicas y legislaciones que promuevan el bienestar mental, revela un estudio del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado.
En el estudio “Covid-19 y el derecho a la salud mental” indica que en 2019 había 14.7 millones de personas en México con algún trastorno mental como ansiedad, depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia y trastorno alimentario, que representaban 11% de la población, mientras que en 2022, 28% de los mexicanos reportó síntomas de estrés postraumático.
El impacto de la pandemia exige la implementación de políticas públicas que promuevan el bienestar mental, enfocándose tanto en los determinantes de la mala salud mental agravada por la pandemia como en las intervenciones para tratar a las personas con algún trastorno mental, recomienda el reporte del Belisario Domínguez.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha informado de un empeoramiento de la salud mental de la población durante el primer año con Covid-19.
Por otra parte, la encuesta de Bienestar de Inegi (ENBIARE) 2021 arrojó que 19.3% de la población adulta reportó síntomas de ansiedad severa, mientras otro 31.3% reveló síntomas de ansiedad en algún grado.
“Haberse quedado sin trabajo afecta más que la expectativa de no poder cubrir los gastos del mes, sin embargo, y sobre todo anímicamente, incide más el hecho de haber pedido prestado para sufragar gastos en algún momento de los últimos 12 meses”, reporta ENBIARE.
En México, las mujeres, las personas menores de 35 años y aquellas con niveles económicos y educativos más bajos informaron tasas más altas de síntomas de alteración en su salud mental, de acuerdo con el estudio “Fortalecimiento de las respuestas de salud mental al Covid-19 en las Américas: análisis y recomendaciones de políticas de salud”, publicado en The Lancet Regional Health.
Las personas infectadas y en recuperación de Covid-19 “están experimentando altas tasas de trastornos de salud mental y la pandemia ha contribuido a la recaída o el agravamiento de los (padecimientos) preexistentes”, según el mismo documento de The Lancet.
Añade que los trabajadores de la salud y de primera línea que enfrentan mayores riesgos físicos, altas demandas laborales y estigmatización social presentaron altas tasas de depresión, ansiedad, estrés e insomnio.
Mientras que 27% de los adolescentes y jóvenes que participaron en una encuesta de la UNICEF realizada en América Latina y el Caribe reportaron haber sentido ansiedad y 15% depresión en la semana previa.
Los trastornos mentales son padecimientos –permanentes o transitorios– como la depresión, la ansiedad, el trastorno afectivo bipolar, la demencia, la esquizofrenia y los trastornos por uso de sustancias, entre muchos otros, que afectan el estado de ánimo, la percepción, el pensamiento y el comportamiento de las personas, dificultando la relación con los demás, la vida laboral y social, según la OMS.
El estudio del Belisario Domínguez destaca que la OPS ha propuesto un plan de acción para la prevención y atención de trastornos mentales en situaciones de emergencia basado en la descentralización de los servicios; la inserción del co
mponente de salud mental en la atención primaria de salud y en los hospitales generales.
Además, la existencia de una red de servicios, la participación social, la coordinación intersectorial y el abordaje de derechos humanos; así como la prestación de servicios de una manera apropiada culturalmente, equitativa y no discriminatoria.
LEG