Héctor Zagal

Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

El 8 de abril de 1994, el cuerpo de Kurt Cobain, vocalista de Nirvana, fue encontrado sin vida en su casa de Seattle, Washington. Los reportes oficiales informaron que Cobain presentaba una herida mortal en la cabeza y que sobre su cuerpo descansaba un rifle. Esto, aunado a una carta suicida encontrada en la escena, hizo que la policía de Seattle determinara que se trataba de un caso de suicidio. Sin embargo, pronto surgieron varias teorías que afirmaban que se trataba más bien de un homicidio. Los estudios forenses determinaron que Cobain había ingerido una alta cantidad de ansiolíticos y que había muerto el 5 de abril, tres días antes de que su cadáver fuera encontrado por un electricista que había llegado para instalar un sistema de seguridad.

Semanas antes, Cobain había sufrido varios episodios depresivos y un intento de suicidio vía una sobredosis. Aunque había sido internado en un centro de rehabilitación para tratar su adicción a las drogas, Cobain se escapó al día siguiente de su ingreso. Como lo describió en su última carta, Cobain sentía una inmensa apatía por su vida de rockstar y por la gente en general. Esta apatía nacía, como él mismo escribió, de ser demasiado sensible, de amar tanto, y de saber que el mundo puede dañarte. “Se me ha terminado la pasión –escribió Cobain– y recuerden que es mejor quemarse que apagarse lentamente.” Junto con Nirvana, Cobain se convirtió en la voz y espíritu de toda una generación de adolescentes inconformes y rebeldes que encontraron un himno en “Smells Like Teen Spirit”, su canción más exitosa.

¿Han escuchado hablar del Club de los 27? El nombre no se debe al número de miembros, sino a la edad en la que han muerto. La edad no es el único requisito para estar dentro del club, también se requiere haber sido una persona destacada en algún ámbito del arte, ya sea como músico, pintor o escritor. La fama, dicen algunos, puede ser mortal. Kurt Cobain es uno de sus miembros y, aunque no fue el primero, la idea del Club de los 27 se volvió parte del imaginario popular. Sin embargo, ya era conocido por quienes eran cercanos al mundo del rock. Al menos así lo prueba la declaración de la madre de Cobain cuando el cuerpo fue encontrado: “Ahora él se ha ido y se ha unido a ese estúpido club. Le dije que no se uniera a ese estúpido club.”

El primer músico en ingresar al club fue Robert Johnson (1911-1938), músico de blues, quien murió en 1938. Le sigue Brian Jones (1942-1969), fundador y líder original de los Rolling Stones; Jimi Hendrix (1942-1970), una leyenda de la guitarra eléctrica; Janis Joplin (1943-1970), una de las grandes voces del rock y una poderosa mezzo-soprano; Jim Morrison (1943-1971), conocido como el rey Lagarto y vocalista de The Doors; y más recientemente Amy Winehouse (1983-2011), cantante y compositora británica. Estas muertes han estado vinculadas a problemas de depresión y abuso de drogas. Sin embargo, no todas las muertes de la música parecen tener un toque autodestructivo. Mia Zapata (1965-1993), vocalista de la banda The Gits, murió tras ser brutalmente golpeada, violada y estrangulada.

El Club de los 27 acepta miembros de todos los ámbitos artísticos. Como Jean-Michel Basquiat (1960-1988), artista neo-expresionista y uno de los colaboradores más queridos de Andy Warhol. O como Jonathan Brandis (1976-2003), actor estadounidense. Quizás lo recuerden por su papel de Bill Denbrough en la miniserie de terror “It”, basada en la novela homónima de Stephen King. En 2003, fue encontrada colgado en su departamento de Los Ángeles, California. Parece que había pasado por una época de depresión y excesos después de un período de estancamiento laboral.
Se ha descartado la teoría de que la edad de 27 años, por sí misma, sea una causa de muerte. La fama, igualmente, no es el único factor que puede llevar a una persona a quitarse la vida. Sin embargo, las condiciones sociales y psicobiológicas pueden aumentar su ocurrencia. ¿Tendrá algo que ver con el genio artístico? No necesariamente, aunque parece que cierta melancolía sí rodea a gran parte de quienes se dedican al arte. Aunque no todos los melancólicos han sido artistas ni han llegado a los más altos niveles de fama.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana