El sábado 2 de abril, Macron llegaba como frontman de banda de rock al que fue el único mitin que realizó durante su campaña presidencial. Durante su discurso de casi dos horas, y los vítores de la multitud, se tomó un momento para lanzar un beso a su esposa, Briggite, enmarcando en un acto, casi por accidente, la importancia de la mujer, sutil y discreta, que lo acompaña en sus decisiones.
Pero son varias las sombras femeninas que lo siguen. Su rival política, Marine Le Pen, con quien se encuentra nuevamente en la contienda presidencial, y cuyas propuestas de campaña se contraponen en puntos importantes, como la postura europeísta y las políticas migratorias. En 2017, Macron y Le Pen pelearon la preferencia de los votantes, la victoria no estaba segura y apenas un par de puntos los distanciaba tras la primera vuelta, un escenario que tal vez se repita este domingo.
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Durante su mandato, que de principio a fin estuvo lleno de tropiezos e imprevistos, Macron no dejó de mostrar sus intenciones en materia diplomática. En 2021, cuando Angela Merkel anunció su retiro de la vida política, y después de que gobiernos le dedicaran emotivas palabras de despedida, la figura del mandatario francés tardó poco en intentar ser la nueva figura de la Unión Europea que luchara por los intereses de la región. La guerra en Ucrania le dio la oportunidad para demostrar al mundo que el bloque estaba unido y que él podía estar al frente.
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