Se ha reconocido que Costa Rica es uno de los países latinoamericanos que tiene una larga tradición de contar con la democracia electoral más consolidada en la región. Sin embargo, en la segunda ronda de sus comicios presidenciales del pasado 3 de abril, una gran parte del electorado prefirió abstenerse de votar.
Las tendencias se confirmaron la semana pasada, dando como ganador a Rodrigo Chaves, del Partido Progreso Social Democrático, fundado en 2018, y que sumó el 52.84% de los sufragios (un millón 18 mil 454 votos).
En tanto que su adversario, del tradicional Partido de Liberación Nacional, el expresidente José María Figueres, alcanzó el 47.16% (908 mil 816 votos). Sin duda, la crisis económica generada en las últimas décadas por los gobiernos de corte neoliberal han hecho crecer el descontento social. Se ha manifestado en la poca credibilidad en la democracia electoral y en los candidatos de corte conservador. Al respecto, el Dr. Rafael Cuevas, profesor de la Universidad Nacional de ese país centroamericano, caracteriza la situación señalando:
“Los resultados de las elecciones en Costa Rica confirman varias tendencias que se vienen perfilando desde hace ya varios años en el país. Primero, que los grandes partidos tradicionales, vinculados política e ideológicamente a la socialdemocracia y al socialcristianismo, se encuentran sumidos en una seria crisis de legitimidad; segundo, que los costarricenses están cada vez más descreídos de la política, en general, y de la política partidaria, en particular (en la segunda ronda de las elecciones se abstuvo de votar más de la mitad de los electores); en tercer lugar, que esa decepción con la política emana, en buena medida, por un lado, de la corrupción y, por otro, de que se entiende que no es a través de ella que se solucionarán los grandes problemas de la población, que se expresan en primer lugar en una creciente desigualdad, que ha llevado a que el país se encuentre entre los 10 más desiguales del orbe.
“Todo esto llevó a la elección de un outsider, Rodrigo Chaves, quien no solo no era conocido en el país hace menos de año y medio, cuando fue nombrado por el actual presidente ministro de Hacienda, sino que ni siquiera residía en el país desde hacía más de treinta años, pues fue funcionario del Banco Mundial durante todo ese tiempo”.
Así, se puede pensar que los grandes grupos sociales costarricenses estarán al pendiente de observar si con Chaves se siguen aplicando las políticas de ajuste estructural, lo que podría propiciar a corto plazo un descontento social semejante al de Brasil, con las políticas de Jair Bolsonaro.
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