¿Sabías que puedes encontrar oro en arroyos en pleno siglo 21? Esta es la historia de un grupo de personas que se aventuró y lo consiguió.
Los “cazadores de oro”, se prepararon desde muy temprano para salir en busca de su tesoro en un arroyo al norte de Georgia.
Más de 30 personas que conformaban el grupo, tomaron sus botas, palas y baúles llenos de equipo para emprender su camino sobre los senderos boscosos que dirigen hacía el agua donde estaría su objetivo.
Pese a que en el siglo XIX las vetas que abundaban se agotaron dentro de esta zona (una de las más ricas en oro de Georgia), los buscadores, geólogos y novatos no perdieron la esperanza de encontrar copos o pequeñas pepitas escondidas en el lugar.
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Robert, uno de los veteranos del grupo con más de 30 años de experiencia le platicó a sus compañeros que sale todos los fines de semana al arroyo, pero si hace frío es mejor que no cuenten con él.
Asimismo recordó los tiempos en los que era pequeño y salía con su padre a recolectar pepitas doradas; las sujetaban con sus propias manos.
“Ahora encontrar pepitas es raro. No es probable que obtengan una gran puntuación en un solo viaje”, aseguró.
Mientras más se acercaban a su destino, cayeron en cuenta que estaban caminando sobre una de las zonas más importante durante la llamada “Fiebre de Oro”, en Georgia.
El lugar es reconocido así porque en él operaban grandes minas de oro que fueron excavadas.
Los lechos del arroyo, las colinas y las riberas tampoco se salvaron de los buscadores ansiosos por conseguir el tesoro dorado, solo que la diferencia fue que lo hicieron a mano.
Tras caminar 0,75 millas el organizador, Steve les dio la gran noticia al grupo de que habían llegado a su destino y que podían dar inicio a las búsquedas, que con suerte tal vez podrían tener éxito.
Los paneadores fueron los primeros en bajar al arroyo e iniciar sus tácticas; mientras Steve compartía una charla muy interesante con los novatos explicándoles algunas técnicas importantes para que las pusieran en práctica.
Los valientes Michael y Steve (uno descalzo y otro con zapatos deportivos) lograron extraer una pala llena de material; ni el agua rápida y fría logró detenerlos.
El contenido fue vaciado en 3 bandejas, las cuales pesaban demasiado a causa de las rocas y la tierra.
Después de que los novatos revisarán dos de las bandejas sin obtener ningún rastro de oro, al sacudir la tercera de un lado hacia el otro y retirar el restante del agua, hallaron lo que tanto buscaban.
“¡Eso es oro!, gritó el veterano Steve al ver los copos que se asomaban entre todo el demás material.
Mientras algunos de los buscadores terminaban de analizar su nuevo descubrimiento, Tom, uno de los geólogos con más experiencia estaba platicando y dándole sus mejores consejos a una familia que recién había llegado; el agua lo cubría hasta los tobillos.
Él ha estado en busca del oro por casi sus 60 años de edad y se siente feliz por compartir su aprendizaje con otras personas.
Uno de los secretos de esta actividad es que cuando se mete una botella en la bandeja, es seguro que habrá oro en el material que extrajiste.
90 minutos de búsqueda bastaron para que el grupo consiguiera un poco de lo que creían que se había agotado e iniciaron su camino a casa.
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Es una regla no preguntarle a los paneadores cuanto oro han recuperado, simplemente se puede deducir cuál fue el resultado de la búsqueda con estas simples frases:
“Tuvimos un buen día” o “Suficiente para volver de nuevo”.
Con esta aventura el grupo logró reflexionar que nadie planea hacerse rico, pero que si algunos son afortunados podrán pagar su equipo, comida y demás realizando la actividad.
“La aventura, la emoción de encontrar oro y la camaradería los traerán de regreso. ¡Porque definitivamente hay más oro en estos arroyos del norte de Georgia!”, así concluyó el autor su experiencia para el portal OurTravelCafe.Com.
KA