La euforia estalló este viernes en el Sambódromo de Río de Janeiro, con el arranque del primer desfile del carnaval, que con su desparpajo y fantasía promete hacer olvidar los dos años de “oscuridad” por el covid, al menos por dos noches.

Unas 70.000 personas se pusieron en pie al ver entrar a la “escola” Imperatriz con sus deslumbrantes carrozas y su engalanado ejército de bailarines que meneaban los cuerpos al unísono, visiblemente emocionados por reencontrarse con el público tras el último carnaval de 2020.

En la misma pasarela que en la pandemia sirvió de centro de vacunación, princesas con plumas y alas, reyes y reinas con coronas giratorias arrastraron a los asistentes a un mundo onírico y de samba.

“No pensaba que (el carnaval) volvería a ser lo que era antes de la pandemia. No creía en la vuelta de esta alegría”, dijo a la AFP la carioca Elisabet de Souza, mientras escuchaba las últimas instrucciones para su grupo de bailarinas antes de desfilar.

Más de 660.000 personas murieron de covid en Brasil, una cifra superada solo por Estados Unidos.

Muchos brasileños perdieron a algún allegado durante la crisis sanitaria, agudizada por grandes retrasos en la campaña de distribución de vacunas, a las que el presidente Jair Bolsonaro, un escéptico del covid, se opuso.

Fueron “dos años de mucha oscuridad en el mundo, cada uno mirando para si mismo”. Esta noche “tenemos la posibilidad de mostrar que somos felices incluso con todos los problemas”, dijo Latino Suárez, de 45 años.

“Brasil sin carnaval no es Brasil”, sentenció este hombre que viajó desde Sao Paulo para desfilar por primera vez con la ‘escola’ Imperatriz.

Contagiados por el “calor” del carnaval

Las 12 tradicionales ‘escolas’ de samba que electrizarán el Sambódromo durante dos noches cuentan cada una su “enredo”, una historia rica en referencias históricas y culturales ensayada previamente durante meses.

Este año, una mayoría abordará temáticas afro con un espíritu de reivindicación social y lucha antirracista.

Vestida con una falda blanca y dorada, la bailarina Brenda Mendes, de 24 años, contó a la AFP ir disfrazada en homenaje a Chica da Silva, una mujer negra de los tiempos coloniales en Brasil que “consiguió poder político” pintándose la cara de blanco.

Esta asidua de los desfiles en el Sambódromo saboreaba también el regreso: “Para mí el carnaval es un calor que se contagia y hace que la gente brille. Lo necesitábamos”.

En esta primera noche desfilarán también escuelas como Salgueiro, cuyo enredo “Resistencia” está inspirado en las protestas antirracistas ocurridas tras la muerte del estadounidense George Floyd, en 2020, y Mangueira, que rinde homenaje a íconos negros de su comunidad.

Viradouro, vencedora del último concurso, recordará el carnaval de 1919, cuando todavía no existían las escuelas de samba, pero los cariocas se volcaron masivamente a las calles para celebrar el fin de la llamada gripe española.

Cada “escola” dispone de entre 60 y 70 minutos para recorrer la pista del Sambódromo -de 700 metros de largo-, con entre 3.000 y 4.000 integrantes.

Accidente mortal

Este año, estas asociaciones con décadas de historia recuperaron parte del financiamiento público que el anterior alcalde de Rio, el evangélico Marcelo Crivella (2017-2020), suprimió al rechazar esta fiesta popular.

Pero el sector privado financia la mayor parte de los desfiles, cuyas carrozas y vestimentas alcanzan sumas de varios cientos de miles de dólares.

La seguridad, cuyas fallas provocaron varios accidentes en el pasado, también esta en la mira, después de que una niña de 11 años falleciera este viernes tras ser aplastada la noche del miércoles por una carroza a la salida del Sambódromo.

La alcaldía no autorizó este año los desfiles callejeros que se organizan normalmente en paralelo y sumen a la ‘Cidade Maravilhosa’ en el éxtasis musical, pero algunos “blocos” de menor porte realizaron sus cortejos, rechazando posponer la fiesta un minuto más.

El carnaval trajo también un alivio para sectores económicos afectados por la pandemia, como el hotelero, con una ocupación en torno del 78%, aunque con una caída de extranjeros (14% de los asistentes, frente a 23% en 2020).

De acuerdo a datos oficiales, el carnaval mueve 4.000 millones de reales (unos 800 millones de dólares) en la economía carioca y genera trabajo directo para al menos 45.000 personas.

LDAV