En Rusia, una tradición se gesta en los niveles más altos de la política. Tal como en su momento la figura de Grigori Rasputín se posicionó como el gran consejero de los zares, resuena ahora el nombre de Aleksandr Duguin, un filósofo, politólogo, estratega, ultranacionalista y, finalmente, el personaje que podría estar el detrás de las ideas que justifican los ataques y anexiones por las que el actual presidente, Vladímir Putin, será reconocido en los libros de historia.
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Nacido en 1962 en Moscú, Duguin declinó a una educación militar -como la de su padre-, para dedicarse a las ciencias políticas y la filosofía. Hizo una basta carrera dentro de la política de su país y alcanzó su punto más alto justo antes de la caída de la Unión Soviética, pero no fue sino hasta la llegada de Putin, un exagente de la KGB, al máximo poder, cuando todos sus estudios e ideas encontraron la forma (y el vehículo) de ser materializadas.
En el 2000, el politólogo habría conocido a otro de los ideólogos tras la figura de Putin, entonces recién electo presidente, y quien poco después declaró: Rusia siempre se ha percibido como un país euroasiático. En el tiempo -y para Europa-, esta frase resulta ser el primer gran indicio de lo que estaba por ocurrir, pues es la base del pensamiento “eurasianista” que ahora funge como estandarte de los objetivos del líder del Kremlin para tratar de recuperar esa perdida “grandeza de Rusia”, y con el cual se justifica no solo la invasión a Ucrania, sino la anexión de Crimea en 2014 y casi una década de suministro de armamento a las facciones separatistas del Donbás, hoy en día reconocidas oficialmente por Rusia, unos días antes de comenzar la “operación especial militar”.
El eurasianismo, que surge en Rusia durante los años 90, defiende la concepción de un solo imperio que abarque desde Portugal, junto al océano atlántico, hasta Vladivostok, frente al mar de Japón, y que desafíe la influencia de Occidente, representado por Estados Unidos, sobre el resto de culturas.
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Aunque en entrevistas el pensador se define a sí mismo como un crítico de la hegemonía occidental, es a través del eurasianismo que el pensador abraza el regreso de una “Rusia imperial” y la reconstrucción de una “Europa tradicional”.
PERSONAJE
Aleksandr Duguin, de 57 años de edad, cree en la posibilidad de un imperio euroasiático que se extiende desde Portugal hasta Vladivostok, la ciudad portuaria rusa que comparte frontera con Corea del Norte y con China. En este megaimperio, él ve a Rusia como el eje principal de la región.
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